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Padre Nutricio del Hijo de Dios

Ruega por Nosotros

La función de San José de ser esposo y padre adoptivo nos ofrece un testimonio de la dignidad que tiene la paternidad.

— Venerable José Mindszenty

Los cristianos utilizan muchos términos para describir la paternidad de San José. Es llamado padre adoptivo, legal, putativo, espiritual y virginal de Jesús. Si bien ninguno de estos títulos se encuentra en el Nuevo Testamento, todas son formas legítimas de describir la paternidad de San José. De entre estos títulos, el de padre adoptivo es el más común, y la razón es que en la antigua tradición judía, el nombre que se le ponía al niño era responsabilidad legal del padre.

Aunque tú, [San José] no eres necesario para la concepción y nacimiento [del niño], sí serás necesario para proveer su sustento; y tu primera tarea será ponerle el nombre

— San Alberto Magno

La responsabilidad legal de San José de ponerle nombre al Niño que sería el Cristo, le fue otorgada por Dios cuando el Ángel le reveló que no tuviera miedo de tomar a María — y al Niño que llevaba en su vientre — bajo su techo y cuidados. El encargo que se le dio a San José de ponerle nombre al Salvador es extremadamente importante, porque tiene el propósito de indicarle al mundo que él es el padre legal de Jesús.

La dignidad de San José surge del privilegio de ser el padre legal del Hijo encarnado de Dios. Por lo tanto, aquí hay un hombre a quien el Hijo de Dios llama padre, uno a quien Él [Jesús] sirve y obedece, y ante quien se arrodilla para recibir la bendición paternal.

— San Pedro Julián Eymard

El rol de San José como “Padre adoptivo” de Jesús podría parecernos como algo meramente contractual, pero el título en latín nos brinda una reflexión más profunda del rol que tuvo San José, ya que Filii Dei Nutricie, padre adoptivo, literalmente significa “el que alimenta al Hijo de Dios.” Como podrán ver, el título de padre adoptivo es una traducción muy pobre del latín original. Por supuesto que llamar a San José padre adoptivo de Jesús es válido, pero es necesario enfatizar que la paternidad de San José fue algo más que una paternidad legal; la paternidad de San José se caracterizó por su autoridad, afecto, fidelidad y condición perpetua.

LA PATERNIDAD ESPIRITUAL DE SAN JOSÉ ES PARA SIEMPRE

La amorosa relación entre un padre espiritual y un hijo(a) es para siempre. En otras palabras, en el cielo Jesús sigue siendo el Hijo de José. Si bien en el paraíso San José ya no ejerce una paternidad “legal” sobre Jesús, su amor, afecto y fidelidad hacia Jesús, así como a su Cuerpo Místico, continúa. A diferencia del matrimonio que no permanece en la eternidad (ver Mt 22, 30), la paternidad espiritual de San José en relación a Cristo y su Cuerpo Místico perdura para siempre.

La paternidad espiritual al igual que la maternidad espiritual es eterna. De no ser así, la Iglesia tendría que dejar de invocar a Jesús como el “Hijo de José,” y también tendría que dejar de invocar a María que está en el cielo como nuestra Madre espiritual.

SAN JOSÉ SIEMPRE SERÁ TU PADRE ESPIRITUAL

Lo que es válido para Jesús también lo es para ti: San José siempre será tu padre espiritual, y de la misma forma que cuidó a Jesús mientras estaba en la tierra, te cuidará mientras peregrinas por este mundo. San José es tu amoroso proveedor, educador y protector. Cuando termine tu vida sobre la tierra, San José seguirá siendo tu padre ya no a un nivel terreno, sino a nivel espiritual. En el cielo siempre serás conocido como hijo(a) de San José.

¡Nadie podrá jamás acabar de alabar dignamente a José a quien tú, oh verdadero y único Hijo del Padre Eterno, te has dignado tener como padre adoptivo!

— San Efrén el sirio

Lectura

Padre Virginal de Jesús

Va en total conformidad con la fe y el espíritu de la Iglesia honrar como vírgenes no sólo a la Madre de Dios, sino también a José

— San Pedro Damián

La Madre de Jesús es virgen; posee una virginidad perpetua. Desde el principio, la perpetua virginidad de María ha sido una enseñanza muy importante del cristianismo. ¿Qué tan importante? Bueno, en el siglo IV un obispo llamado Bonoso de Iliria (un territorio que hoy forma parte de Albania, Croacia, Serbia, Bosnia y Montenegro) fue reprendido por sus hermanos obispos y despojado de su episcopado por enseñar que María y José tuvieron más hijos después del nacimiento de Jesús. El papa de aquel tiempo, San Siricio, escribió una carta a los fieles obispos de Iliria agradeciéndoles haber disciplinado al obispo descarriado, diciendo:

Ciertamente no podemos negar que tuvieron razón al corregir la doctrina sobre los hijos de María, y tienen razón al rechazar la idea de que cualquier otro hijo pudo haber venido del mismo vientre virginal del cual nació Cristo según la carne.

La doctrina de la perpetua virginidad de María es una enseñanza tan importante del cristianismo, que el Papa San Martin I la declaró dogma de fe en el Concilio de Letrán en el año 649.

Con esto en mente, ¿sabías que hay una tradición en la Iglesia que afirma que San José también fue virgen desde siempre? Es una tradición que se ha adherido y ha sido promovida por santos, místicos y papas durante siglos. Antes de profundizar en esta tradición, es necesario abordar las objeciones comunes que con frecuencia surgen en contra de la virginidad de María, y con ello irá emergiendo un panorama más claro de la virginidad de San José.

En primer lugar, algunos han afirmado que los pasajes del Nuevo Testamento que se refieren a los “hermanos y hermanas” de Jesús (ver Mc 3,31; 6,3; Mt 13,55-56), son una clara indicación de que María no permaneció virgen. A primera vista, estas afirmaciones parecerían contradecir la perpetua virginidad de María, así como cualquier posibilidad de que San José fuese virgen. Sin embargo, el Catecismo de la Iglesia Católica nos proporciona una respuesta concisa a esta cuestión afirmando:

La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no referidos a otros hijos de la Virgen María; en efecto, Santiago y José “hermanos de Jesús” (Mt 13, 55) son los hijos de una María discípula de Cristo (cf. Mt 27, 56) que se designa de manera significativa como “la otra María” (Mt 28, 1). Se trata de parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida del Antiguo Testamento (cf. Gn 13, 8; 14, 16;29, 15; etc.)

La sabiduría expresada en el Catecismo es el fruto de siglos de estudio de las Escrituras. Expertos académicos bíblicos familiarizados con expresiones del Antiguo Testamento siempre han sostenido que cuando se utiliza el término de “hermanos y hermanas” en el Nuevo Testamento para describir a los familiares de Jesús, no se refiere a sus hermanos y hermanas biológicas, sino que la expresión “hermanos y hermanas” del Antiguo Testamento se abrió paso hacia el Nuevo Testamento como una forma de describir a los primos de Jesús. Cualquier académico bíblico sabe que en las versiones antiguas griegas del Antiguo y Nuevo Testamento, la palabra que se utiliza para hermanos y hermanas es la misma palabra usada para primos.

San Jerónimo, presumiblemente el experto bíblico más eximio en la historia de la Iglesia, enfrentó este tema en el siglo IV ofreciendo las siguientes reflexiones:

Ciertas personas que siguen los desvaríos de los escritos apócrifos, fantasean de que los hermanos del Señor son los hijos de José y de otra esposa, e inventan una cierta mujer Melcha o Escha. Como está contenido en el libro que escribimos en contra de Helvidio, entendemos como “hermanos del Señor” no a los hijos de José sino a los primos del Salvador, hijos de María (esposa de Cleofás, la que fue) tía materna del Señor, de quien se dice era madre de Santiago el menor, de José y Judas. Ellos, según se lee, eran llamados hermanos del Señor en otro pasaje del evangelio. Ciertamente toda la Escritura indica que a los primos se les dice hermanos.

San Jerónimo señala varios puntos en esta afirmación. Subraya que “hermanos y hermanas” de Jesús no eran sus hermanos biológicos sino primos, y también puntualiza que la idea de que San José tuvo hijos de un matrimonio previo encuentra su origen en documentos apócrifos (no canónicos y no aprobados).

San Beda el Venerable, uno de los más grandes historiadores del siglo VIII, hace eco de los pensamientos de San Jerónimo:

Hubo ciertamente heréticos que pensaban que José, el esposo de la siempre Virgen María, había procreado con otra esposa aquellos que la Escritura llama los “hermanos del Señor.” Otros, con una mayor astucia, pensaron que él (San José) habría procreado otros hijos de María misma después del nacimiento del Señor. Pero, mis queridos hermanos, sin ningún temor a esta cuestión, debemos saber y confesar que no sólo la Santísima Madre de Dios sino también el más santo testigo y guardián de su castidad permanecieron libres de absolutamente cualquier acto marital; en el lenguaje bíblico, los “hermanos y hermanas del Señor” se llama no a los hijos (de María y José) sino a sus familiares.

San Jerónimo y San Beda saben de lo que están hablando. Estos grandes santos están no sólo defendiendo una verdad fundamental de la cristiandad, la perpetua virginidad de María, sino que también están afirmando la tradición de que San José permaneció virgen durante toda su vida.

Segundo, algunos han elevado la objeción de que María no pudo haber permanecido virgen — y por asociación tampoco San José —porque varios pasajes del Nuevo Testamento se refieren a Jesús como el “primogénito” de María (ver Lc 2,7; Col 1,15). Una vez más, San Jerónimo ofrece una respuesta bíblica a esta objeción, diciendo:

Ciertas personas han conjeturado perversamente que María (y José) tuvieron otros hijos, porque aseguran que sólo aquel que es llamado “primogénito” tiene hermanos. Sin embargo, es costumbre en la Santa Escritura llamar “primogénito” no a aquel cuyos hermanos le siguen, sino aquel que es primeramente engendrado.

En otras palabras, cuando la Escritura se refiere a Jesús como el primogénito Hijo de María, no tiene la intención de implicar que hay un segundo, tercero, o cuarto hijo. Al referirse a Jesús como el primogénito Hijo de María es simplemente una forma bíblica de afirmar que María concibió a su primer hijo; no significa que siguieron más hijos.

Tercero, algunos protestan contra la noción de que María y San José hayan tenido un matrimonio virginal en virtud del pasaje del Evangelio de Mateo que afirma que José no conoció a su esposa “hasta” que Jesús nació. El pasaje dice:

Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.

— Mt 1,24-25

A primera vista, el pasaje de Mateo da la impresión de que José tuvo relaciones maritales con su esposa después de que ella dio a luz a Jesús: “Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo.” Sin embargo, como lo han afirmado a lo largo de los siglos los académicos, santos, papas y teólogos, el uso de la palabra “hasta” en la Escritura no necesariamente significa que una acción subsecuente ocurrirá en el futuro.

Santo Tomás de Aquino, el más grande teólogo en la historia de la cristiandad, atacó este tema en particular en su Summa Teológica, escribiendo:

“Hasta” no necesariamente tiene un sentido temporal determinado. Cuando el salmista dice: “así nuestros ojos en Yahveh nuestro Dios, hasta que se apiade de nosotros.” (Sl 123,2), esto no significa que, una vez que hayamos obtenido misericordia de Dios, quitaremos los ojos de Él.

Hay muchos otros pasajes de la Escritura que afirman que el uso de la palabra “hasta” no implica necesariamente que seguirá una acción.

  • 2 Sam 6,23: “Y Mikal, hija de Saúl, no tuvo ya hijos hasta el día de su muerte.” (¿Eso significa que Mikal tuvo hijos después de haber muerto? ¡Por supuesto que no!)
  • 1 Tim 4,13: “Hasta que yo llegue, dedícate a la lectura, a la exhortación, a la enseñanza.” (¿Significa que Timoteo debe dejar de predicar a Jesús después de la llegada de Pablo? ¡Por supuesto que no!)
  • 1 Cor 15,25: “Porque debe Él (Cristo) reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies.” (¿Esto significa que el reinado de Cristo terminará? ¡Claro que no!)
  • Mt 1,25: “Y no la conocía (San José) hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.” (¿Significa que San José tuvo relaciones con María después de que ella dio a luz a Jesús? Ciertamente que no.)

La consistente enseñanza y tradición de la Iglesia es que María y José vivieron un matrimonio virginal. Su matrimonio virginal perpetuo dio como resultado un Hijo virginal perpetuo: Jesucristo.

La doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio virginal de María y San José es la base de la tradición de que San José siempre fue virgen. De hecho, la tradición que afirma que San José fue perpetuamente virgen también afirma que San José, de una forma semejante a María, habría hecho un voto de virginidad a Dios en su juventud.

Tanto María como José habían hecho un voto de permanecer vírgenes todos los días de su vida; y Dios quiso que ellos se unieran con los lazos del matrimonio no porque se hubiesen arrepentido del voto que ya habían hecho, sino para confirmarlos en ese voto y para que se alentaran mutuamente a continuar en esa santa relación.

— San Francisco de Sales

De tal forma María le pertenecía a José y José a María, que su matrimonio era muy real porque se entregaron el uno al otro, pero ¿cómo pudieron hacerlo? He allí el triunfo de la pureza: recíprocamente ofrecieron su virginidad y además se otorgaron un derecho mutuo. ¿Qué derecho? El de salvaguardar la virtud del otro.

— San Pedro Julián Eymard

La idea de que San José era un viudo que llevó hijos de su primer matrimonio a su matrimonio con María, nunca ha formado parte de la doctrina oficial de la Iglesia Católica porque es opuesta a la tradición dominante de que San José fue permanentemente virgen. Es muy importante recalcar que la idea de que San José era un hombre previamente casado, padre de otros hijos engendrados con su primera esposa, así como la afirmación de que era un hombre ya mayor cuando se casó con María, se origina de fuentes apócrifas (no aprobadas).

En ocasiones la Iglesia se ha valido de las fuentes apócrifas para establecer fiestas litúrgicas; por ejemplo, la fiesta de los padres de María, San Joaquín y Santa Ana, pero estas instancias son raras y sólo son reafirmadas por la Iglesia cuando van de acuerdo con la Tradición. No se puede negar que algunos Padres de la Iglesia — especialmente en el Este — escribieron favorablemente que San José habría tenido un matrimonio previo e hijos. Sin embargo, esto de ninguna forma significa que la Iglesia acogió sus ideas o las promovió como una enseñanza oficial, al contrario: la tradición dominante en esta materia sostiene que San José no fue viudo sino virgen.

La constante tradición de la Iglesia sostiene que San José vivió una vida de castidad consagrada. Algunos de los evangelios apócrifos lo retratan como un hombre viejo, incluso viudo; ésta no es la enseñanza de la Iglesia. Hemos de creer, en cambio, que él era un hombre virgen que participó con María de un matrimonio virginal.

— Siervo de Dios John A. Hardon

La tradición de que San José fue siempre virgen nos proporciona una tremenda reflexión sobre la grandeza y virtud de San José, y también nos ofrece una idea de qué tan viejo habría sido al contraer nupcias con María. Presentar a San José como un hombre virgen presupone que él era joven cuando se casó con María; lo suficientemente joven como para sacrificar sus potencias viriles. Un San José virgen transmite la imagen de un hombre joven que tuvo que exhibir una virtud heroica y sobrenatural para mantenerse virgen; ¡se esposó con la mujer más hermosa que pueda existir jamás! Un adulto entrado en años que se casa con una joven virgen no requiere ningún sacrificio puesto que su virilidad y pasión han disminuido. Por otro lado, un hombre fuerte, amoroso, juvenil y virgen habría necesitado hacer un tremendo sacrificio de mente, cuerpo, sentidos y corazón para esposarse con una mujer tan pura y encantadora.

Los santos, místicos, eruditos de la Escritura y teólogos no son los únicos en afirmar la paternidad virginal de San José; varios papas en el siglo XX también lo han hecho.


El 26 de noviembre de 1906, el Santo Papa Pío X aprobó una oración invocando a San José como el padre virginal de Jesús, e incluso concedió una indulgencia a todos los que recitaran la oración, que dice:

Oh José, padre virginal de Jesús, purísimo esposo de la Virgen María, ruega por nosotros todos los días a Jesús, el Hijo de Dios, para que revestidos con las armas de su gracia, luchemos en la vida como debemos y seamos coronados por Él a la hora de la muerte. Amén.

El 4 de mayo de 1979, el Santo Papa Pablo VI, hablando ante un grupo en Francia, afirmó que María y San José vivieron un matrimonio virginal, y llegó al grado de presentar una imagen de San José y María como los nuevos padres de la humanidad, un tipo de nuevo Adán y nueva Eva. Él dijo:

Mientras que Adán y Eva fueron la fuente de maldad que se desató en el mundo, José y María son el pináculo desde donde se esparce la santidad sobre la tierra. El Salvador comenzó la obra de salvación mediante esta virginal y santa unión.

Piénsalo: si Dios confió a la virgen Eva al cuidado de un esposo virginal (Adán), ¿por qué habría de ser diferente entre María y San José? María y San José son mucho más grandes que Adán y Eva. A diferencia de nuestros primeros padres (Adán y Eva), la unión virginal de nuestros nuevos padres (María y San José) no resultó en la caída de la raza humana sino en la elevación de la humanidad. La unión virginal y amorosa de San José y María conduce a nuestra redención. La unión virginal produjo un Hijo virginal, Jesucristo, el Salvador del mundo.

La tradición católica siempre ha enseñado que el amor virginal de María por Dios era tan grande, que le consagró su cuerpo desde temprana edad a través de un voto de perpetua virginidad. María encomendó toda su persona a Dios y tenía absoluta confianza en el plan que Él tenía para su vida. Ella no deseaba nada en la vida más que hacer la voluntad de Dios. Su confianza en Él era tan grande, que confió en Él cuando la llevó a desposarse con un hombre, segura de que le habría elegido a alguien que amara realmente tanto a Dios como a ella y que por lo mismo respetaría su voto; un hombre que estuviese completamente dedicado al plan de Dios y protegiera su virginidad. Ella jamás dudó de Dios.

La Virgen (María) se ha desposado con el novio virginal (José). Sin embargo, ella, que se casó con José por obediencia a sus mayores, no teme por su virginidad bajo la protección de José. Habiendo puesto su confianza en Dios, delegó en un hombre la protección de su mayor tesoro. Ella, que anteriormente había dedicado la flor de su virginidad a Dios en una ceremonia solemne, no tenía ninguna duda de que tendría un esposo virgen.

— San Estanislao Papczyński

En San José Dios preparó un esposo, un guardián y un caballero para María. Tenía que ser así conforme al designio de Dios que no vino al mundo de ninguna otra manera más que a través del matrimonio de un hombre y una mujer que se mantuvieron vírgenes.

En San José, María experimentó un perfecto espejo y reflejo del amor de Dios por ella. Cuando María conoció a San José, ella supo que Dios lo había elegido para ser su amoroso (y amado) esposo. Confiando en el plan de Dios, se enamoró de San José y le dio su corazón. El cuerpo de María estaba reservado para Dios, pero tenía la libertad de darle su corazón a San José, el único hombre digno de ella, el único hombre que reflejaba perfectamente el amor puro de Dios.

En la virtuosa virilidad de San José, María experimentó pureza, castidad, modestia y amor sacrificial. El corazón y el cuerpo de María estaban seguros en el amor conyugal de San José. Él es un espejo de la pureza de Dios Padre. Como el Padre engendra eternamente un Hijo sin la unión física con otra persona, San José es padre de un Hijo sin la unión física con María. El matrimonio virginal de San José y María engendró maternidad espiritual, paternidad espiritual y fecundidad virginal.

Las más extraordinarias mentes teológicas de toda la cristiandad han alabado la paternidad virginal de San José:

Un hijo nació de la Virgen María a la piedad y amor de José, y ese hijo fue el Hijo de Dios. ¿No debería, pues, el esposo aceptar virginalmente lo que la esposa dio a luz virginalmente? Porque, así como ella era una esposa virgen, así también él era un esposo virgen; así como ella era una madre virgen, así también él era un padre virgen. Por lo tanto, el que diga que “no debió haber sido llamado padre porque no engendró ningún hijo,” está mirando la concupiscencia en la procreación de los hijos, no los íntimos sentimiento del amor. Que su mayor pureza confirme su paternidad; que la Santísima María no nos reprenda, porque ella no deseaba anteponer su nombre al de su esposo, sino que dijo: “Tu padre y yo te hemos buscado con angustia”. En consecuencia, que ningún murmurador perverso haga lo que la esposa virginal no hizo. Así como era un esposo virginal también era un padre virginal. Así como era el hombre así también era la mujer. El Espíritu Santo, reposando en la justicia de ambos, les dio a los dos un Hijo.

— San Agustín

José también fue virgen a través de María para que de un matrimonio virginal pudiese nacer un Hijo virginal.

— San Jerónimo

Creo que este hombre, San José, estuvo adornado con la más pura virginidad, la más profunda humildad, el más ardiente amor y caridad hacia Dios.

— San Bernardino de Siena

Con el objeto de aumentar y apoyar la virginidad de María, el Padre Eterno le dio un compañero virgen, el gran San José.

— San Francisco de Sales

Él (San José) era virgen, y su virginidad fue el espejo fiel de la virginidad de María.

— San Juan Henry Newman

Santo Tomás también creía que San José era virgen. El Doctor angélico ofrece una reflexión adicional sobre la paternidad virginal de San José, progresando en el conocimiento de que era lo más apropiado que Jesús confiara su Madre virgen a un esposo virgen, ya que la Madre virgen posteriormente sería confiada a un apóstol virgen (San Juan Apóstol) al pie de la Cruz. Santo Tomás escribe:

Creemos que, así como la Madre de Jesús era virgen, así también José, porque Él (Dios) puso a la Virgen bajo los cuidados de un virgen (San Juan Apóstol), y así como Él lo hizo al final (en la Cruz), así lo hizo al principio (en el desposorio de María y José).

El razonamiento de Santo Tomás de Aquino tiene sentido. Si tú fueras Dios, ¿no le encargarías a tu Madre a una persona virgen? ¿No querías que tu Madre fuese protegida y honrada por un hombre absolutamente puro, casto, y un perfecto reflejo del amor de Dios? ¡Por supuesto que sí! San Alberto el Grande también lo pensaba. Él escribió:

Como esposo virginal, él (San José) protegió a su virginal esposa

En el siglo XVII, la afamada mística Venerable María de Ágreda, escribió La ciudad mística de Dios. El libro es una obra de arte devocional que nos retrata la vida y maravillas de la Virgen María. La Venerable María de Ágreda reporta que estaba enterada de conversaciones que sostuvieron María y San José. En una de esas conversaciones, San José habló con su amada esposa sobre la alegría que le causaba su virginidad, y le reveló que él también había hecho un voto de virginidad en su juventud. El relato dice:

Señora mía, declarándome vuestros pensamientos castos y propósitos, habéis penetrado y desplegado mi corazón, que no os manifesté antes de saber el vuestro. Yo también me reconozco más obligado entre los hombres al Señor de todo lo criado, porque muy temprano me llamó con su verdadera luz para que le amase con rectitud de corazón; y quiero, Señora, que entendáis cómo de doce años hice también promesa de servir al Altísimo en castidad perpetua; y ahora vuelvo a ratificar el mismo voto, para no impedir el vuestro, antes en la presencia de Su Alteza os prometo de ayudaros, cuanto en mí fuere, para que en toda pureza le sirváis y améis según vuestro deseo. Yo seré con la Divina gracia vuestro fidelísimo siervo y compañero; yo os suplico recibáis mi casto afecto y me tengáis por vuestro hermano, sin admitir jamás otro peregrino amor, fuera del que debéis a Dios y después a mí

San José es el esposo virginal de María y el padre virginal de Jesús. Él es virgen para siempre.

¡San José es tu padre virginal!

Oración

LETANÍA DE SAN JOSÉ

  • Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
  • Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
  • Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
  • Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
  • Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
  • Dios, Padre celestial, Ten misericordia de nosotros
  • Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten misericordia de nosotros
  • Dios Espíritu Santo, Ten misericordia de nosotros
  • Santísima Trinidad, un solo Dios, Ten misericordia de nosotros
  • Santa María, Ruega por nosotros
  • San José, Ruega por nosotros
  • Noble Retoño de David, Ruega por nosotros
  • Luz de los Patriarcas, Ruega por nosotros
  • Esposo de la Madre de Dios, Ruega por nosotros
  • Casto Guardián de la Virgen, Ruega por nosotros
  • Padre Nutricio del Hijo de Dios, Ruega por nosotros
  • Ferviente Defensor de Cristo, Ruega por nosotros
  • Jefe de la Sagrada Familia, Ruega por nosotros
  • José Justísimo, Ruega por nosotros
  • José Castísimo, Ruega por nosotros
  • José Prudentísimo, Ruega por nosotros
  • José Valientísimo, Ruega por nosotros
  • José Obedientísimo, Ruega por nosotros
  • José Fidelísimo, Ruega por nosotros
  • Espejo de Paciencia, Ruega por nosotros
  • Amante de la Pobreza, Ruega por nosotros
  • Modelo de los Obreros, Ruega por nosotros
  • Gloria de la Vida Doméstica, Ruega por nosotros
  • Guardián de las Vírgenes, Ruega por nosotros
  • Pilar de las Familias, Ruega por nosotros
  • Consuelo de los Afligidos, Ruega por nosotros
  • Esperanza de los Enfermos, Ruega por nosotros
  • Patrono de los Moribundos, Ruega por nosotros
  • Terror de los Demonios, Ruega por nosotros
  • Protector de la Santa Iglesia, Ruega por nosotros

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros.

Lo hizo Señor de su Casa, y administrador de todas sus posesiones

Oremos: Oh Dios, que en tu amorosa providencia elegiste a San José para ser esposo de tu santísima Madre, concédenos la gracia de tener como nuestro intercesor en el cielo a aquél que veneramos en la tierra como nuestro protector. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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2 comentarios en “Día 13 Padre Nutricio del Hijo de Dios”

  1. Óscar Villaseñor Ramírez

    Que no dudemos en aceptar la paternidad y virginidad de San José y que sea un ejemplo para amar a nuestra esposa y a nuestro prójimo

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