¿Te agrada este contenido? Comparte con tus amigos:

Pilar de las Familias

Ruega por Nosotros

Aquellos que son asiduos a la oración deberían, de una manera especial, apreciar la devoción a San José. No sé cómo alguien puede reflexionar sobre los sufrimientos, las pruebas y las tribulaciones que la Reina de los Ángeles padeció mientras cuidaba a Jesús en su infancia, sin valorar, al mismo tiempo, los servicios que San José le brindó al Divino Niño y a su Bendita Madre

— Santa Teresa de Ávila

Jesús, María y José aman a las familias. Sus tres corazones están muy preocupados al ver que las familias de hoy se desmoronan.

El hombre moderno se ha distanciado de Dios intentando redefinir el significado de la familia. Como resultado, las tasas de divorcio han ido en constante aumento; la mayoría de las parejas casadas utilizan anticonceptivos; el aborto es legal, y es socialmente aceptable que los niños crezcan con dos papás o dos mamás. La familia está al borde de un gran precipicio.

En nuestros días, ciertos programas sostenidos por medios muy potentes parecen orientarse por desgracia a la disgregación de las familias. A veces parece incluso que, con todos los medios, se intenta presentar como «regulares» y atractivas — con apariencias exteriores seductoras — situaciones que en realidad son «irregulares». En efecto, tales situaciones contradicen la «verdad y el amor» que deben inspirar la recíproca relación entre hombre y mujer y, por tanto, son causa de tensiones y divisiones en las familias, con graves consecuencias, especialmente sobre los hijos. Se oscurece la conciencia moral, se deforma lo que es verdadero, bueno y bello, y la libertad es suplantada por una verdadera y propia esclavitud.

— San Juan Pablo II

San Juan Pablo II tiene toda la razón. Dios estableció a la familia para ser una escuela de amor, algo hermoso, placentero y dador de vida, y el demonio y sus agentes quieren destruirlo. ¿Cómo vamos algún día a poder revertir esta situación? ¿Cómo podemos regresar al orden? La única manera de lograrlo es presentando a la Sagrada Familia como modelo y sello de las familias. Cuando en la sociedad se encumbre y celebre a la Sagrada Familia, volveremos a conocer la santidad de la maternidad, el heroísmo de la paternidad y la bendición de los hijos.

SAN JOSÉ QUIERE SER EL PILAR DE TU FAMILIA

Un pilar es un cimiento. Para que tu hogar esté firmemente asentado y sea inamovible, tu familia necesita a San José para que le enseñe la importancia de la oración, del respeto mutuo, la pureza, la honestidad, el perdón, el amor; y lo más importante, a poner a Dios por sobre todas las cosas.

¡SAN JOSÉ AMA A LA FAMILIA!

San José, el pilar de la familia, nos enseña la importancia de la maternidad, de la paternidad y de los hijos. Él es el santo de la niñez y los años ocultos de Jesús. Él enseña al hombre moderno que la única y verdadera definición de familia es aquella que consiste de una madre, un padre y los hijos. La noción de la “familia moderna” es un engaño del demonio. La redefinición del matrimonio y de la familia causa la ruptura de la sociedad, de la cultura, de la moral y de los verdaderos valores familiares.

En la persona de San José los hombres pueden aprender lo que significa ser un esposo y padre. Deben sacrificarse por la mujer, los hijos y por el bien común. Para los hombres es un honor sacrificarse por los demás. La masculinidad y la paternidad se perfeccionan a través del amor, el sacrificio y la fidelidad a aquellos que han sido encomendados a su cuidado. El ejercicio de dicha masculinidad hace que los esposos y padres se conviertan en pilares de la civilización y se santifiquen. Un mundo lleno de hombres como San José renovará el orden social y la moral.

Vi a Jesús ayudando a sus padres en todas las formas posibles, y también en las calles, y donde se presentaba una oportunidad servía con alegría y gran disposición ayudando a todos. Le ayudaba a su padre adoptivo en su oficio y se dedicaba a la oración y la contemplación. Era un modelo para todos los niños de Nazaret.

— Beata Ana Catalina Emmerich

Lectura

Testigo silencioso

El Evangelio no registra una sola palabra de San José; su lenguaje es silencioso

— Santo Papa Pablo VI

Honramos a San José como el hombre que le enseñó a Jesús a hablar. Jesús debió hablar en un estilo similar a su padre terreno, usando las mismas expresiones coloquiales y teniendo el mismo acento de San José. Sin embargo, no tenemos ni una sola palabra de San José registrada en el Nuevo Testamento. Las acciones hablan más alto que las palabras.

El silencio y humildad de San José son el fundamento de su grandeza. De todos los hombres que Dios pudo haber elegido para ser el padre terreno de Jesucristo, Dios eligió a San José, el más silencioso de todos los hombres.

San José, siendo el más grande de todos los santos, es el más humilde y escondido de todos.

— San Pedro Julián Eymard

Se podría pensar que para proteger este precioso tesoro [Jesús], el Dios omnipotente habría equipado a San José con rayos, pero eso sería un error. José ve en sus brazos a un Dios fugitivo y lo sigue. Encuentra consuelo sólo en su sumisión y su confianza.

— Beato Guillermo José Chaminade

San José nunca quiso estar al frente del drama de la salvación. Prefirió mantenerse escondido, deseando que toda la atención se le diera a Jesús y a María. El silencio y humildad de San José son únicos y revelan su poder, su grandeza e influencia ante Dios.

En el siglo XVII, el obispo Jacques-Bénigne Bossuet, de Francia, exaltó las maravillas del silencio y humildad de San José, escribiendo:

Jesús fue revelado a los apóstoles para que lo anunciaran en todo el mundo. Fue revelado a San José que debía permanecer en silencio y mantenerlo oculto. Los apóstoles son luces para hacer que el mundo vea a Jesús. José es un velo para cubrirlo; y bajo ese velo misterioso se nos oculta la virginidad de María y la grandeza del Salvador de las almas. Aquél que glorifica a los apóstoles con la gloria de la predicación, glorifica a José con la humildad del silencio.

El Obispo Bossuet tenía en tan alta estima a San José, que lo consideraba el más grandioso ser humano del cristianismo después de Jesús y de María. Aunque la santidad de San José está oculta y escondida para muchos, el Obispo Bossuet nos recuerda que el objeto más sagrado de la cristiandad es Aquél que está escondido y velado. Afirma:

Lo más ilustre que tiene la Iglesia es lo que más esconde

El Obispo Bossuet se refiere al Santísimo Sacramento oculto, reservado en cada tabernáculo alrededor del mundo. Sin embargo, es interesante que conforme se ha incrementado la exposición del Santísimo Sacramento, también San José ha sido puesto en primera fila en la atención y devoción de la Iglesia.

El haberle quitado el velo a San José ha provocado la revelación de uno de los mayores tesoros del cristianismo. Las generaciones anteriores habrían estado encantadas con el desarrollo y comprensión de la Iglesia sobre el rol de San José y su devoción en tiempos modernos, porque pese a que su entendimiento y devoción estaba en una etapa rudimentaria, aun así lo amaban y hubieran acogido felices mayor luz, de haber estado disponible en aquel momento.

En el pasado hubo “revelaciones” de la grandeza de San José. En el siglo XIV, muchos santos y estudiosos proporcionaron a la vida y teología de la Iglesia una mayor conciencia de las maravillas de San José a través de su propia devoción y testimonio personal. En el siglo XVII, el mismo San José se hizo presente en una aparición en Europa, que se haría famosa en todo el mundo, logrando que se apreciara todavía más su importancia.

El 7 de junio de 1660, en Cotignac, Francia, San José se le apareció a un pastor, le habló y obró milagros y maravillas de sanación. La historia cuenta que, a la mitad de un extenuante día de calor, un pastor llamado Gaspard Ricard buscó refugio a la sombra de unos árboles en el Monte Bessillon cerca del pueblo sudoriental de Cotignac, Francia. Extremadamente sediento, Gaspard no sabía qué hacer para saciar su sed. De pronto, un hombre de aspecto muy digno se le apareció y señalando una piedra le dijo: “Soy José. Levanta esa piedra y beberás.” La piedra era demasiado grande y Gaspard le dijo al hombre que no podría levantarla él solo. Inamovible, el hombre le volvió a ordenar a Gaspard que moviera la piedra. De mala gana, Gaspard se acercó a la piedra y, para su gran sorpresa, pudo moverla. Al instante brotó agua cristalina del lugar donde había estado la piedra. Gaspard tomó el agua con gran entusiasmo, y al levantarse para darle las gracias al hombre, éste había desaparecido.

Sin saber dónde había ido aquel hombre, Gaspard corrió al pueblo a contarle a la gente lo que había sucedido, plenamente consciente de que se burlarían de él y lo ridiculizarían. Su historia fue tan intrigante, que mucha gente del pueblo lo siguió y vio el manantial de agua cristalina que brotaba en ese lugar, notando que la gran piedra había sido movida; pudieron ver también el lugar donde se encontraba la roca antes. Para acceder más fácilmente al agua, los hombres del pueblo quisieron alejar la piedra un poco más, pero ¡se necesitaron ocho hombres corpulentos para hacerlo! Fue entonces cuando Gaspard tomó conciencia de que el gran San José lo había visitado.

Conforme se fue difundiendo la noticia de lo ocurrido, la gente comenzó a llegar al manantial proveniente de toda Francia, y muchos milagros tuvieron lugar allí a causa de la fe la gente que oraba a Dios por su sanación. Dios obró maravillas en el manantial milagroso por la intercesión de San José. El rey de Francia, Luis XIV, escuchó lo que sucedía en el pueblo, y profundamente impactado consagró toda Francia a San José el 19 de marzo de 1661, declarando la Fiesta de San José como fiesta nacional. El sitio del milagro se hizo tan popular, que la gente del lugar construyó alrededor del milagroso manantial un santuario a San José. Durante cien años fue un lugar de gran peregrinación, pero en la época de la Revolución francesa fue abandonado y cayó en ruinas. Fue restaurado en 1978, y actualmente está a cargo de las monjas benedictinas.

En ocasiones, Dios también ha enseñado a la Iglesia sobre la grandeza de San José a través de los escritos de santos y místicos, tales como Santa Brígida de Suecia, la Venerable María de Ágreda y la Beata Ana Catalina Emmerich. Incluso la Virgen María instruyó a Santa Brígida sobre la grandeza de San José, especialmente enfatizando la maravilla de su silencio. Nuestra Señora le dijo a Santa Brígida:

San José era tan reservado y cuidadoso en su hablar, que jamás salió de su boca una sola palabra que no fuese buena y santa, ni nunca se entregó a conversaciones innecesarias o menos que caritativas. Fue muy paciente y diligente en soportar la fatiga; practicaba la pobreza extrema; fue muy manso al soportar heridas; fue fuerte y constante contra los enemigos; fue el testigo fiel de las maravillas celestiales

En tiempos modernos, Dios ha seguido revelando la grandeza de San José a través de los escritos de dos de los santos más conocidos y amados de la Iglesia: Santa Teresita de Lisieux y Santa Faustina Kowalska. Sus respectivas autobiografías se encuentran entre los escritos más populares de los santos modernos.

Santa Teresita describe su amor por San José en La Historia de un Alma. Les dice a sus lectores que ella le tenía una tremenda devoción a San José desde su infancia. Cuenta la historia de cómo, cuando era una niña pequeña, fue milagrosamente sanada por la intercesión de San José. Más tarde, ya siendo monja carmelita, Santa Teresita escribió sobre cómo le rezaba a San José todos los días, atribuyéndole haberle concedido incontables favores.

En las apariciones de la Divina Misericordia a Santa Faustina Kowalska, San José frecuentemente se hacía presente asegurándole su protección sobre la importante misión de dar a conocer la misericordia de Dios y la confianza en Él. Al igual que Santa Teresita, Faustina también rezaba a San José todos los días y escribió sus experiencias en su Diario.

Sin duda alguna, los santos y místicos de la Iglesia han contribuido en gran medida, revelando la grandeza de San José. Sin embargo, por encima de todos ellos, es la misma Virgen María quien parece estar haciendo más que nadie para que su esposo sea conocido y amado.

Piénsalo: hace siglos, María fue la primera persona en “descubrir” la grandeza de San José, y fue ella quien le contó a San Mateo y a San Lucas los aspectos de la vida de su esposo, que de otra forma no habrían sido conocidos, ya que San Mateo y San Lucas jamás conocieron a San José personalmente; nunca lo vieron ni hablaron con él, por lo que la explicación más probable de que San José aparezca en el Nuevo Testamento es que María les hubiese hablado los apóstoles sobre él. La esposa de San José es la fuente de información de San José en el Nuevo Testamento. María quería que su esposo estuviese incluido en el Nuevo Testamento. San José no hablaba mucho, pero su esposa hablaba por él.

Actualmente, es de nuevo María quien señala a San José a través de sus múltiples apariciones en el mundo haciéndose acompañar por él, enseñándole a la Iglesia y logrando que se reconozca la importancia de su esposo. Por supuesto que todo esto ha sido voluntad de la Santísima Trinidad, pero no cabe duda de que María se complace mucho en ello y así lo quiere. Parecería como si María, una vez más, ¡le estuviese pidiendo a Jesús proveer más vino para la boda!

En nuestro tiempo, Nuestra Señora nos ha ayudado a comprender y amar a su querido y casto esposo San José. Nos ha contado el misterio que lo rodea y su grandeza. Nos ha permitido conocer algo de su amor a San José, ese amadísimo santo que durante años sostuvo al Verbo encarnado entre sus brazos

— Beato Gabriele Allegra

Veamos algunas de las apariciones referidas por el Beato Gabriele Allegra, así como algunas que han ocurrido desde su muerte.

El 21 de agosto de 1879, la Virgen María se apareció a 15 personas en Knock, Irlanda. La aparición se conoce popularmente como “Aparición de Nuestra Señora de Knock”, pero San José y San Juan Apóstol también estaban presentes. No hubo palabras o mensajes por parte de Nuestra Señora o de los otros visitantes celestiales. La aparición ocurrió en medio de una lluvia torrencial y duró muchas horas. Según el testimonio jurado de aquellos que presenciaron la aparición, San José vestía de blanco, estaba descalzo y tenía sus manos juntas en oración con su cabeza ligeramente inclinada hacia María como honrando su gran dignidad de ser la Madre de Dios. Es una aparición misteriosa e intrigante, pero está plenamente aprobada por la Iglesia.

En 1917, la Virgen María se apareció en Fátima, Portugal. El 13 de octubre de 1917, durante la última de las seis apariciones marianas a los tres jóvenes visionarios, San José también se apareció. Al igual que en Knock, llovía a torrentes ese día 13 de octubre cuando San José hizo su aparición, el mismo día que ocurrió el famoso milagro del sol. Más de 70,000 personas fueron testigos de cómo el sol giraba y se movía como si fuese a estrellarse sobre la tierra. Fue poco antes del milagro del sol cuando San José apareció con el Niño Jesús en los brazos y juntos bendijeron al mundo. Los tres videntes de Fátima dieron testimonio de que San José y el Cristo Niño bendijeron al mundo simultáneamente.

El significado de que Jesús hubiese aparecido en los brazos de San José como un Niño y ambos bendijeran al mundo, no puede ser subestimado o pasado por alto. El mensaje de Fátima tiene gran relevancia para nuestros tiempos. La Hermana Lucía, la vidente más longeva de las apariciones de Fátima, afirmó que la batalla final entre el bien y el mal se daría en los matrimonios y las familias. El 13 de octubre de 1917, el cielo nos enseñó que Jesús obra milagros, ofrece la paz y bendice al mundo a través de San José. La presencia de San José en Fátima también significa que una parte crucial del triunfo del Corazón Inmaculado de María — una promesa hecha por Nuestra Señora durante su aparición del 13 de julio a los tres niños videntes —es que el mundo reciba la bendición simultánea de San José. Cuando la Iglesia reconozca la bendición de la paternidad de San José, Jesús reinará en los corazones y el Corazón Inmaculado de María triunfará.

En 1968 hubo una serie de apariciones de Jesús, María y San José en Zeitoun, distrito de El Cairo, Egipto. Se cree que el pueblo de Zeitoun fue uno de los lugares que la Sagrada Familia visitó en su huida a Egipto siglos atrás. Increíblemente, miles de habitantes de Zeitoun — incluyendo cristianos, musulmanes, judíos y oficiales del gobierno — vieron las apariciones de la Sagrada Familia. Como en Knock, no hubo palabras ni se dieron mensajes. Las apariciones tuvieron lugar en el techo y los alrededores de una iglesia copta y fueron aprobadas por las autoridades eclesiásticas coptas del lugar.

Quizás las más significativas de todas las apariciones de San José en tiempos modernos, han sido las que presuntamente recibió la Hermana Mildred Mary Neuzil (también conocida como Hermana Mary Ephren) en los Estados Unidos de América en los años 1950s. Estas experiencias religiosas privadas son conocidas como las — presuntas — apariciones de “Nuestra Señora de América.”Si bien una comisión designada por los obispos de Estados Unidos investigó el asunto y decidió que no es puede afirmarse que las visiones y revelaciones de la Hermana Mary Ephem, en cuanto sucesos objetivos, sean de origen sobrenatural (non constat de supernaturalitate), sin embargo, esas experiencias religiosas privadas expresan la esencia de la verdad sobre San José que ya está siendo más y más comprendida por toda la Iglesia.

En 1956 y 1958, San José mismo — supuestamente — habló a la Hermana Mary Ephrem (estos eventos son descriptos por la comisión de los obispos como “experiencias religiosas privadas subjetivas”).

San José le habló de su virginidad, pureza, obediencia y amor por su esposa. También le informó a la Hermana Mary Ephren que Dios desea que el mundo aprecie de mejor manera los sufrimientos del corazón de San José padecidos en unión con los Corazones de Jesús y de María. San José habló de la importancia de la devoción a su corazón y la paternidad espiritual, y cómo Dios desea bendecir toda paternidad a través de él. El reconocimiento de las maravillas de San José es de una importancia tal, que San José le dijo a la Hermana Mary Ephren que Dios quiere que él sea honrado el primer miércoles de cada mes, especialmente mediante el rezo de los Misterios Gozosos del Rosario y la recepción de la Santa Comunión.

Los mensajes de San José a la Hermana Mary Ephren el 18 y 19 de marzo de 1958 son de una importancia y magnitud espiritual tan grandes, que es necesario presentarlos aquí de manera completa. La Hna. Mary Ephren escribió:

El 11 de marzo de 1958, Nuestra Señora me dijo: “San José vendrá en la víspera de su fiesta. Prepárate bien. Habrá un mensaje especial. Mi santo esposo juega un papel importante en traer la paz al mundo.”


(marzo 18, 1958)


San José vino como fue prometido, y éstas son las palabras que dijo en esta ocasión: “Ponte de rodillas, hija mía, porque lo que vas a escuchar y lo que vas a escribir llevará a incontables almas a una nueva forma de vida. A través de ti, pequeña, la Trinidad desea que las almas conozcan su deseo de ser adorada, honrada y amada dentro del reino, el reino interior de sus corazones. Traigo a las almas la pureza de mi vida y la obediencia que la coronó. Toda paternidad es bendecida en mí a quien el Padre Eterno eligió como su representante en la tierra, el padre virginal de su propio Hijo divino. A través de mí el Padre celestial ha bendecido toda paternidad, y a través de mí continúa y continuará haciéndolo hasta el fin de los tiempos. Mi paternidad espiritual se extiende a todos los hijos de Dios, y junto con mi esposa virginal los cuido con gran amor y atención. Los padres deben acudir a mí, pequeña, para aprender la obediencia a la autoridad: a la Iglesia siempre, como portavoz de Dios; a las leyes del país en el que viven, siempre y cuando éstas no vayan en contra de Dios y del prójimo. La mía fue una obediencia perfecta a la Divina Voluntad, como me fue mostrado y se me hizo conocer por la ley judía y la religión. El ser descuidado en esto es sumamente desagradable a Dios y será severamente castigado en el próximo mundo. Que los padres también imiten mi gran pureza de vida y el profundo respeto que le tuve a mi Inmaculada esposa. Que sean un ejemplo para sus hijos y sus semejantes, jamás haciendo voluntariamente nada que cause escándalo entre el pueblo de Dios. La paternidad viene de Dios y deberá tomar nuevamente su correcto lugar entre los hombres.”


Cuando San José dejó de hablar vi su purísimo corazón. Parecía estar sobre una cruz de color marrón. Me pareció que, en la parte superior del corazón, en medio de las llamas que brotaban, había un lirio totalmente blanco. Entonces escuché estas palabras: “He aquí este corazón puro tan agradable al que lo hizo.” San José entonces continuó: “La cruz, pequeña mía, sobre la que descansa mi corazón es la cruz de la Pasión que siempre estuvo presente ante mí causándome intenso sufrimiento. Deseo que las almas vengan a mi corazón para que aprendan la verdadera unión con la Divina Voluntad. Es suficiente, hija mía; vendré de nuevo mañana. Entonces te haré conocer cómo Dios desea que se me honre en unión con Jesús y María para obtener paz entre los hombres y las naciones. Buenas noches, mi pequeñita.”


En la noche del día siguiente, el 19 de marzo de 1958, San José volvió a aparecer ante mí como lo había prometido y se dirigió a mí con estas palabras: “Hija mía, deseo que se asigne un día para honrar mi paternidad. El privilegio de haber sido elegido por Dios para ser el Padre virginal de su Hijo fue solamente mío, y ningún honor, excepto aquel otorgado sobre mi santa esposa, jamás fue o será tan sublime o alto como éste. La Santísima Trinidad desea, por lo tanto, honrarme para que en mi singular paternidad toda paternidad pueda ser bendecida. Querida niña, fui rey en el pequeño hogar de Nazaret porque resguardé en él al Príncipe de la Paz y a la Reina del Cielo. En mí buscaron protección y sustento y no les fallé. Recibí de ellos el más profundo amor y reverencia porque en mí vieron a Aquél cuyo lugar tomé para ellos. Por eso, la cabeza de la familia debe ser amada, obedecida y respetada, y a su vez ser un verdadero padre y protector para aquellos que están bajo su cuidado. Al honrar de una manera especial mi paternidad, también honrarán a Jesús y a María. La Divina Trinidad ha puesto a nuestro cuidado la paz del mundo. La imitación de la Sagrada Familia, niña mía, de las virtudes que practicamos en nuestro pequeño hogar de Nazaret, es el camino para que todas las almas tengan esa paz que proviene sólo de Dios y que nadie más puede dar.”


De pronto, al dejar de hablar, me vi favorecida con una visión única y maravillosa del glorioso San José. Parecía suspendido, por así decirlo, a un poco distancia por encima de lo que aparentaba ser un mundo grande con nubes que se movían alrededor. Su cabeza estaba ligeramente elevada, los ojos mirando hacia arriba como si estuviese en éxtasis. Las manos estaban en una posición parecida a las del sacerdote durante la celebración de la Santa Misa, sólo que se extendían un poco más hacia arriba. El color de su cabello y también el de su barba, más bien pequeña y ligeramente dividida en dos, parecía de un marrón muy oscuro. Los ojos parecían en color al pelo y la barba. Estaba vestido con una túnica blanca que llegaba a sus tobillos. Sobre esto llevaba una especie de capa que no se juntaba en la garganta, sino que cubría los hombros y se envolvía con gracia sobre cada brazo hasta el borde de la túnica. La capa a veces tenía, o parecía tener, la apariencia de un tono marrón, a veces púrpura, o tal vez una ligera mezcla de los dos. El cinturón que ceñía su cintura era de color dorado al igual que sus sandalias. Su apariencia, aunque bastante juvenil, daba al mismo tiempo la impresión de una madurez inusual combinada con una gran fuerza. Parecía un poco más alto que la altura media. Las líneas de su rostro estaban fuertemente marcadas y determinadas, suavizadas de alguna manera por una suave serenidad. También vi su purísimo corazón en ese momento. Es más, vi al Espíritu Santo en forma de paloma volando sobre su cabeza. Parados al lado, uno frente a otro, había dos ángeles, uno a la derecha y el otro a la izquierda. Cada uno llevaba lo que parecía ser una pequeña almohada con una cubierta de satín; en la almohada de la derecha había una corona de oro, y en la de la izquierda un cetro de oro. Los ángeles eran completamente blancos, incluso sus caras y pelo. Era una blancura hermosa que me recordó la pureza celestial. Entonces escuché estas palabras:
“Así debe ser honrado a quien el Rey desea honrar.”

¡Wow! Si no entendiste eso, vuélvelo a leer. Todo lo que el hombre moderno necesita conocer sobre la grandeza de San José está contenido en el mensaje dado a la Hermana Mary Ephren: La paternidad espiritual de San José, la paternidad virginal, la apariencia juvenil, la realeza, la corona, el corazón y la capa. San José habla de su protección a la familia, la importancia de la paternidad y el deseo celestial de que se establezca una fiesta especial honrando su paternidad. ¡Dios quiere que San José sea conocido y amado!

Amigos míos: ¿se dan cuenta de lo que esto significa? ¡La paternidad de San José cambia las reglas del juego! El significado de una festividad en honor de la paternidad de San José haría mucho bien espiritual a la Iglesia, a las familias y al mundo. ¡San José merece que sea coronado por sus amados hijos!

Las experiencias religiosas privadas de la Hermana Mary Ephren también nos enseñan que San José tiene un rol esencial para traer paz al mundo. San José es evidentemente una parte integral del Triunfo del Corazón Inmaculado de María (de allí su aparición en Fátima el 13 de octubre). El Corazón de Nuestra Señora triunfará cuando se logre la restauración de la familia y el legítimo lugar de Dios en ella. Nada de esto sucederá hasta que la paternidad de San José sea plenamente reconocida por la Iglesia. ¡Ahora es el tiempo de San José!

“… el más pequeño de ustedes, ese es el más grande.”

— Lc 9,48

¡Permitámonos llenarnos del silencio de San José! En un mundo que a menudo es demasiado ruidoso, que no alienta ni el recogimiento ni la escucha de la voz de Dios, lo necesitamos urgentemente.

— Papa Benedicto XVI

Oración

LETANÍA DE SAN JOSÉ

  • Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
  • Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
  • Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
  • Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
  • Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
  • Dios, Padre celestial, Ten misericordia de nosotros
  • Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten misericordia de nosotros
  • Dios Espíritu Santo, Ten misericordia de nosotros
  • Santísima Trinidad, un solo Dios, Ten misericordia de nosotros
  • Santa María, Ruega por nosotros
  • San José, Ruega por nosotros
  • Noble Retoño de David, Ruega por nosotros
  • Luz de los Patriarcas, Ruega por nosotros
  • Esposo de la Madre de Dios, Ruega por nosotros
  • Casto Guardián de la Virgen, Ruega por nosotros
  • Padre Nutricio del Hijo de Dios, Ruega por nosotros
  • Ferviente Defensor de Cristo, Ruega por nosotros
  • Jefe de la Sagrada Familia, Ruega por nosotros
  • José Justísimo, Ruega por nosotros
  • José Castísimo, Ruega por nosotros
  • José Prudentísimo, Ruega por nosotros
  • José Valientísimo, Ruega por nosotros
  • José Obedientísimo, Ruega por nosotros
  • José Fidelísimo, Ruega por nosotros
  • Espejo de Paciencia, Ruega por nosotros
  • Amante de la Pobreza, Ruega por nosotros
  • Modelo de los Obreros, Ruega por nosotros
  • Gloria de la Vida Doméstica, Ruega por nosotros
  • Guardián de las Vírgenes, Ruega por nosotros
  • Pilar de las Familias, Ruega por nosotros
  • Consuelo de los Afligidos, Ruega por nosotros
  • Esperanza de los Enfermos, Ruega por nosotros
  • Patrono de los Moribundos, Ruega por nosotros
  • Terror de los Demonios, Ruega por nosotros
  • Protector de la Santa Iglesia, Ruega por nosotros

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros.

Lo hizo Señor de su Casa, y administrador de todas sus posesiones

Oremos: Oh Dios, que en tu amorosa providencia elegiste a San José para ser esposo de tu santísima Madre, concédenos la gracia de tener como nuestro intercesor en el cielo a aquél que veneramos en la tierra como nuestro protector. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

1.998 Visitas
¿Te agrada este contenido? Comparte con tus amigos:

3 comentarios en “Día 27 Pilar de las Familias”

  1. Carlos Álvaro Martínez Corza

    Es una gran revelación de quien es José que se debe comunicar – dar a conocer – de una manera de mayor difusión para el conocimiento de todos los cristianos e instruirnos de Quien es José.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *