San José
Ruega por Nosotros
Vemos que tanto al inicio del Nuevo Testamento como del Antiguo hay un matrimonio, pero mientras que Adán y Eva fueron la ocasión del mal que sobrevino al mundo, José y María son el pináculo desde el que se esparce la santidad sobre la tierra. El Salvador comenzó su obra de salvación a través de esta virginal y santa unión.
— Santo Papa Pablo VI
El matrimonio está en el centro de la creación y de la redención. Como lo afirma el Santo Papa Pablo VI, Adán y Eva estaban presentes al comienzo de la creación (Antiguo Testamento), mientras que José y María estuvieron presentes al comienzo de la re-creación obrada por Dios (Nuevo Testamento). Jesús mismo describe el reino de los cielos como una fiesta de bodas (ver Mt 22,2).
La afirmación del Santo Papa Pablo VI citada anteriormente es increíblemente profunda. En cierto sentido, él presenta la idea de que San José es la cabeza de la familia de la nueva alianza, así como Adán fue la cabeza de la familia de la primera alianza. Esta es una idea fascinante que ha sido escasamente explorada en los estudios teológicos, porque normalmente cuando pensamos en la nueva cabeza de la familia humana (el nuevo Adán), pensamos en Jesús (ver 1 Cor 15, 45), y con justa razón; Jesús es Dios y sólo Él regenera a la humanidad; sin embargo, como jefe de la Sagrada Familia, San José fue la cabeza de nuestra Cabeza. Él es el padre de Nuestro Salvador, Patrono de la Iglesia Universal y nuestro padre espiritual.
SAN JOSÉ ES UN NUEVO ADÁN
Después de Cristo, San José es la nueva cabeza de la familia humana. Como tal, estamos obligados a obedecer el Cuarto Mandamiento que nos dice: “Honrarás a tu padre y a tu madre” (Ex 20,12). El no amar y honrar a San José es una ofensa contra Dios. De hecho, la paternidad de San José es tan importante para nosotros, que nuestro crecimiento espiritual depende de ello. Si Jesús mismo creció en sabiduría y conocimiento mediante la paternidad de San José, necesitamos su paternidad para que nos ayude a adquirir “el traje adecuado” y necesario para entrar en el banquete de la boda celestial (ver Mt 22, 12).
SAN JOSÉ TE AYUDARÁ A LLEGAR AL BANQUETE DE BODAS CELESTIAL
Ya que sabemos que San José nos ama y por eso nosotros también lo amamos y honramos, podemos estar confiados de que nos ayudará a llegar al cielo. Lo más grande que puede hacer un padre por sus hijos es ayudarlos a llegar al cielo. Nuestro primer padre (Adán) arruinó esta posibilidad para todos sus hijos. La desobediencia de nuestro primer padre causó la caída de toda la creación y nos impidió la entrada al cielo. Por otro lado, la paternidad de San José nos elevará, nos ayudará a santificarnos y, gracias a su gran amor, nos guiará por el único camino que nos conducirá al cielo: Jesús.
SAN JOSÉ ES LA DELICIA DE LOS SANTOS
Todos los santos han amado a San José. Sería improbable encontrar a algún santo que no haya amado a San José. Si bien la devoción a San José se ha desarrollado lentamente con el correr del tiempo, ningún santo lo ha menospreciado. Es imposible tener un verdadero amor a Dios y al prójimo — es decir, ser santo — si se desprecia al esposo de María y padre terreno de Jesucristo. Para entrar al cielo necesitas imitar el amor firme de tu padre espiritual, y él te ayudará a adquirir el atuendo adecuado, que son las virtudes y la santidad, ¡absolutamente necesarias para entrar en el banquete de bodas celestial!
Esto es lo que dice la Escritura: El primer hombre, Adán, fue creado como un ser viviente; el último Adán, en cambio, es un ser espiritual que da la Vida. Pero no existió primero lo espiritual sino lo puramente natural; lo espiritual viene después. El primer hombre procede de la tierra y es terrenal; pero el segundo hombre procede del cielo. Los hombres terrenales serán como el hombre terrenal, y los celestiales como el celestial. De la misma manera que hemos sido revestidos de la imagen del hombre terrenal, también lo seremos de la imagen del hombre celestial.
— 1 Cor 15, 45-49
Lectura
Delicia de los Santos
A excepción de nuestra amorosa Madre, San José está por encima de todos los santos
— San Maximiliano Kolbe
San José es un santo único. Es honrado y amado como el hombre más cercano a Cristo. Sus virtudes y santidad son extraordinarias. Muchos Padres de la Iglesia — por ejemplo, San Jerónimo y San Agustín — alabaron a San José como un ejemplo de amor, humildad y dedicación a Jesús y María. San Gregorio Nacianceno consideraba a San José tan santo, que lo llamaba el más luminoso de todos los santos.
El Todopoderoso ha concentrado en San José, cual sol de brillo incomparable, la combinación de luz y esplendor de todos los demás santos.
—San Gregorio Nacianceno
Esta afirmación de San Gregorio Nacianceno es muy atrevida, y como Doctor de la Iglesia, su enseñanza es perenne. ¿Está afirmando que la santidad de San José excede incluso a la de Nuestra Señora? No, eso no es lo que está diciendo, sin embargo, sí hay algo muy importante que aprender de la exaltada alabanza que San Gregorio hace de San José.
Permítanme explicarlo.
Desde el inicio de la cristiandad, todos los seguidores de Jesús reconocieron la superlativa santidad de María, la Madre de Jesús. Sin embargo, era raro para cualquiera en la Iglesia primitiva referirse a María como una santa, y te preguntarás por qué. Bueno, los primeros cristianos consideraban a María tan santa, que le dieron una singular categoría de santidad. Su persona y privilegios son tan grandes, que le dieron el título de “Santísima Madre de Dios.” Incluso al día de hoy es extremadamente raro que un católico se refiera a la Virgen María como “santa” María. Cuando los católicos utilizan ese título, es generalmente utilizado para un edificio o una institución que se ha nombrado en honor de la Virgen María. Por ejemplo, muchas iglesias, escuelas y hospitales se llaman “de Santa María.” En una conversación diaria, sin embargo, casi no se escucha a un católico referirse a la Virgen María como “Santa María.” Si un católico la llama así, es muy probable que la persona sea convertida al catolicismo de una de las tantas denominaciones protestantes.
Esto nos ayuda a comprender por qué los santos a lo largo de la historia se refieren a San José como el más importante de todos los santos; entendiendo que la Virgen María está en una categoría completamente diferente. En el Reino de Dios, María es la más elevada de todas las creaturas, pero San José tiene mayor jerarquía que todos los demás santos. Es muy importante que tengas presente esta distinción a medida que avances con las lecturas de estos días de preparación . En ocasiones, te puede parecer que los santos, beatos y Papas afirman en sus declaraciones que San José es más santo que María; sólo recuerda que no lo es.
Muy bien. Entonces la Iglesia primitiva comprendió que San José era la persona humana más santa después de María, pero ¿qué hay de la afirmación del mismo Jesús en relación a la grandeza de San Juan el Bautista? ¿Recuerdas eso? En el Evangelio de Lucas, Jesús dice: “Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan (el Bautista)…” (Lc 7, 28). ¿No está diciendo Jesús que San Juan Bautista es más grande que San José?
De hecho, eso no es lo que Jesús está diciendo en lo absoluto. En el siglo XVI, San Lorenzo de Brindisi ofreció una respuesta bien pensada y articulada sobre esta cuestión en particular.
Aunque San José no fue el padre biológico de Jesús, si fue su padre por la educación que le dio, sus cuidados y el cariño de su corazón. Por lo tanto, me parece que José es claramente el más santo de todos los santos, más santo que los patriarcas, que los profetas, que los apóstoles, que todos los demás santos. No se puede objetar que el Señor haya dicho de Juan el Bautista: Entre los nacidos de mujer, no hay ninguno mayor que Juan (el Bautista), (Lc 7, 28; ver también Mt 11, 11). Así como esto no puede entenderse como que Juan es incluso más santo que Cristo o la Santísima Virgen, tampoco puede entenderse en referencia a San José, el esposo de la Virgen María y padre de Cristo, porque así como esposo y esposa son una sola carne, así también José y María tenían un solo corazón, una sola alma, un solo espíritu, y de igual forma como en el primer matrimonio Dios creó a Eva para ser como Adán, así en este segundo matrimonio Él hizo a José para parecerse a la Santísima Virgen en santidad y justicia.
—San Lorenzo de Brindisi
El razonamiento de San Lorenzo es brillante e impecable. Después de todo, Jesús y María nacieron de mujeres. ¡No es posible que Jesús haya afirmado que San Juan Bautista es más grande que el Hijo de Dios y que su Madre Inmaculada!
Para entender de mejor manera por qué Jesús no está diciendo que Juan Bautista es más grande que San José, es importante examinar toda la declaración que hizo Jesús en el Evangelio de Lucas. Leemos: “Os digo: entre los nacidos de mujer, no hay ninguno mayor que Juan (el Bautista); sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él.” (Lc 7, 28, énfasis añadido). Cuando se lee todo el pasaje, uno se percata de que Jesús está haciendo esta afirmación antes de establecerse la Nueva Alianza.
San Juan Bautista es la figura más grande del Antiguo Testamento porque es el amigo del Novio. Es el más grande de los hombres no porque haya sido el hombre más santo que haya vivido, sino porque es el “mejor hombre” en la boda del Mesías (ver Jn 3, 29). Es el hombre más grande de la Antigua Alianza, no de la nueva.
¿Quién es la persona más importante en una boda: el mejor hombre o el novio? La respuesta es obvia: el novio es el más grande. Entonces, lo que Jesús está diciendo es que todos, aun la última persona en el Reino de los cielos (es decir, aquellos que celebran la boda del Cordero), está esposado con Dios y, por lo tanto, es más grande que el mejor hombre en la boda. En el cielo, incluso la última persona es más grande de lo que Juan el Bautista fue en la tierra porque están eternamente esposados con Dios.
Otra forma de entender la preeminencia de San José por sobre todos los santos, incluyendo a San Juan Bautista, es reconociendo la suprema dignidad de la paternidad de San José. Tan grande como pueda ser Juan el Bautista, no fue el padre de Jesucristo. La paternidad tiene derechos y privilegios que acompañan sus tareas y responsabilidades, y la misión paternal de San José requirió mayores gracias que ningún otro santo haya recibido jamás.
En cualquier reino, el rey y la reina que brillan en el reino como el sol y la luna, así como las princesas o príncipes, los duques, gobernadores, etc. del reino, y especialmente los padres y familiares de sangre del rey que también brillan como estrellas en el cielo, todos ellos son honrados por los súbditos buenos y fieles del rey. Por lo tanto, amigos míos, la razón ciertamente exige que en el reino de Cristo no sólo Cristo y la Santísima Virgen sean dignos de alta estima, sino también todos los santos, y especialmente este santo hombre, José, el padre de Cristo y esposo de la Santísima Virgen, sean tenidos con el mayor honor por Cristo mismo como su padre y por la Santísima Virgen como su esposo.
— San Lorenzo de Brindisi
¡San Lorenzo es un extraordinario apologista de San José! Por cierto, San Lorenzo también es Doctor de la Iglesia. En el mismo sermón, San Lorenzo ofrece otra razón por la cual el exaltado lugar de San José en el Reino de los cielos es más grande que el de cualquier otro santo.
Si Cristo está sentado a la derecha de su Padre en la gloria del paraíso por encima del coro de Ángeles porque es el primero de todos los predestinados y fue el más Santo de los santos en este mundo, y si la Santísima Virgen por razón de su propia santidad se encuentra en segundo lugar después de Cristo porque ella también es segunda por razón de la predestinación desde la eternidad y gracia en el tiempo, me parece que en virtud de que José ocupa el tercer lugar después de Cristo en la eterna predestinación y gracia en el tiempo, por esa misma razón él también ocupa el tercer lugar en la gloria del paraíso.
— San Lorenzo de Brindisi
San José es el santo más grande en el Reino de los cielos porque Dios lo predestinó para ese puesto. ¡Esta realidad debería hacer que nuestros corazones se sintieran sumamente gozosos!
Regocíjense, siervos devotos de San José, porque están cerca del paraíso; la escalera que llega hasta allí sólo tiene tres peldaños: Jesús, María y José.
— San Leonardo de Puerto Mauricio
¿Quién no está consciente de que después de la Santísima Madre, San José es — de entre todos los santos — el más querido por Dios?
— San Alfonso María de Ligorio
La sublime posición en la que los Doctores de la Iglesia han puesto a San José ha permitido una forma particular de describir el amor y la reverencia que le es debida. Las siguientes distinciones fueron creadas por teólogos, y nos ayudan a comprender la reverencia que le debemos dar a Dios y a sus santos.
Latría (adoración) ➙ sólo a Dios
Hiperdulía (la más alta veneración) ➙ María
Protodulía (primacía y superioridad) ➙ a San José
Dulía (reverencia) ➙ A todos los demás santos
En una posición única y por encima de todos los demás está Dios, ya que sólo Él es digno de adoración. En griego, la palabra para adoración es latría. Sólo Dios es digno de latría (adoración). A la Virgen María, seguida de Dios, pero por encima de todos los demás (incluyendo el más alto coro de ángeles), se le da una forma especial de veneración cuyo nombre en griego es hiperdulía, que significa “la más alta veneración.” San José, seguido de María, pero por encima de todos los demás santos, se le otorga una forma de veneración cuyo nombre en griego es protodulía, que significa “primacía y superioridad en la veneración” de entre todos los demás santos. Por último, pero no menos importante, están los santos cuya santidad reconocemos honramos con una especie de veneración que en griego es dulía, que significa “reverencia.”
Una santa que amó y reverenció a San José de una forma extraordinaria fue Santa Teresa de Ávila, otra Doctora de la Iglesia. En su autobiografía, Santa Teresa cuenta la historia de cómo fue sanada de una grave enfermedad por la intercesión de San José, y su sanación milagrosa la llevó a difundir con gran celo la devoción a este gran santo. Estaba tan convencida del poder y eficacia de la intercesión de San José, que desafió a la gente a poner a prueba esta devoción. ¡Santa Teresa de Ávila era una mujer atrevida! Esto fue lo que escribió en su autobiografía:
Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos al glorioso San José, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que, así como le fue sujeto en la tierra (que como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar), así en el cielo hace cuanto le pide. Y esto lo han comprobado algunas personas, a quienes yo decía que se encomendasen a él, también por experiencia. Sólo pido, por amor a Dios, que el que no me crea pruebe la verdad de lo que digo, pues verá por experiencia la gran bendición que resulta encomendarse y ser devoto de este glorioso patriarca.
Muchas personas han hecho caso del desafío devocional de Santa Teresa, pero la confianza de Santa Teresa en San José también se basa en firmes fundamentos teológicos. Varios siglos antes de Santa Teresa, Santo Tomás de Aquino, otro Doctor de la Iglesia y aclamado universalmente como el mayor teólogo de la historia de la Iglesia, afirmó que ¡el poder de intercesión de San José es ilimitado! Escribió:
Hay muchos santos a quienes Dios les ha otorgado el poder de ayudarnos en nuestras necesidades de vida, pero el poder otorgado a San José es ilimitado, extendiéndose a todas nuestras necesidades, y todos aquellos que lo invoquen con confianza sin duda serán escuchados.
A decir verdad, hay un número incontable de hombres y mujeres santos que han exaltado y se han deleitado en la grandeza de San José; hacer una lista de todos los que lo amaron y fueron devotos a él sería imposible, pero hay unos cuantos que podríamos resaltar:
- San Bernardino de Siena
- San Lorenzo de Brindisi
- Santa Teresa de Ávila
- San Francisco de Sales
- Venerable María de Ágreda
- San Alfonso María de Ligorio
- Beato Guillermo José Chaminade
- Beata María Repetto
- San Pedro Julián Eymard
- Beato Jean-Joseph Lataste
- San Leonardo Murialdo
- San Luis Guanella
- Beata Ana Catalina Emmerich
- San José Marello
- Beata María Teresa de San José
- Beata Petra de San José
- San Andrés Bessette
- Venerable Fulton J. Sheen
- San Josemaría Escrivá
- Beato Gabriele Allegra
Quizás estés familiarizado con algunos de los nombres de la lista, pero apuesto que hay algunos que jamás habías escuchado; no te preocupes. En esta preparación de 33 días conocerás más de muchos de ellos. ¡Son los campeones de San José!
Los santos, beatos y místicos no son los únicos que han amado y se han deleitado en San José. Cantidad de papas también han alabado la grandeza de San José.
- Beato Papa Pío IX
- Papa León XIII
- Papa Benedicto XV
- Venerable Papa Pío XII
- Santo Papa Juan XXIII
- Santo Papa Juan Pablo II
La lista de papas es considerablemente más corta que la de los santos, ¿verdad? La razón es que la promoción papal de San José, aunque no es del todo nueva, llevó siglos en desarrollarse. Les tomó mucho tiempo a los líderes eclesiásticos reconocer plenamente la grandeza de San José y proclamarla en documentos oficiales. Sin embargo, una vez que el papado comenzó a promover a San José, ¡realmente eso se disparó! Después del Beato Papa Pío IX, no ha habido ni un solo papa que no haya alabado la grandeza y singular santidad de San José.
¿Sabías que el Papa León XIII enseñó que la dignidad de San José es tan grande que puede considerarse mayor que la de los Ángeles, incluso que la del coro más alto? Escribió:
En verdad, la dignidad de la Madre de Dios es tan elevada que nada de lo creado puede estar por encima de ella, pero como José se ha unido a la Santísima Virgen por los lazos del matrimonio, no cabe duda que se acercó más que nadie a la dignidad eminente por la cual la Madre de Dios supera tan noblemente a todas las naturalezas creadas, porque el matrimonio es la más íntima de todas las uniones que, en esencia, imparte una comunidad de dones entre quienes se unen. Por lo tanto, al dar a José a la Santísima Virgen como cónyuge, Dios lo nombró no sólo compañero de su vida, testigo de su doncella, protector de su honor, sino también, en virtud del lazo conyugal, participante de su dignidad sublime.
¡Wow! La declaración teológica del Papa León XIII es una de las más poderosas que jamás se hayan hecho sobre San José. ¡Tu padre espiritual es superior a los ángeles!
En la teología católica, siempre se ha enseñado que el amor de la Santísima Virgen María por Dios, y por lo tanto su dignidad y cercanía con Él, superan al de todas las demás cosas creadas, incluyendo a los Ángeles. Su cooperación con Dios es única porque colaboró materialmente (físicamente) en la Encarnación de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Durante siglos se pensó que, después de la gran dignidad de María, los nueve coros de Ángeles estaban más cerca de Dios que todas las demás creaturas por su rol y misión como siervos y ministros de la santa voluntad de Dios. Sin embargo, conforme se ha ido desarrollando la teología de San José haciéndose más prominente en la vida de la Iglesia, se ha ido haciendo más claro que hay otra persona humana que está por encima de todos los coros de Ángeles: San José.
Oh Dios, la gloria de José es conocida sólo por ti y por tus Ángeles. Los hombres no merecen conocerla. Este admirable Santo está más arriba que los espíritus celestiales.
— Beato Bartolo Longo
La dignidad de San José es tan grande que nadie más puede ser más grande.
— San Jorge Preca
San José tiene una dignidad y cercanía con Dios que sobrepasa a la de todos los santos Ángeles. Ellos están cerca de Dios porque son servidores de su voluntad; San José está cerca de Dios porque ¡él es el padre de Jesús! El rol cooperativo de San José en la redención requirió mayores gracias de las que ningún Ángel haya recibido jamás. Aunque no fue padre biológico de Jesús (y por lo tanto no es alguien que haya cooperado de la misma manera que lo hizo María en la Encarnación), San José, no obstante, cooperó moralmente en la Encarnación educando al Hombre-Dios con perfecto amor paternal. María no era una madre soltera cuando concibió al Salvador del mundo en su vientre; estaba desposada con San José. La Encarnación se llevó a cabo dentro del contexto del matrimonio de San José con María. El rol de San José fue planeado desde toda la eternidad, incluso antes de la creación de los Ángeles.
Además, Jesús jamás llamó a ningún Ángel “padre.” Ningún Ángel, no importa cuán encumbrado esté, jamás educó al Hombre-Dios; Dios no obedece a los Ángeles. San José, por otro lado, no sólo educó a Jesús, sino que tuvo el privilegio de dar órdenes al Hombre-Dios en su rol de padre del Mesías. Este amor, esta dignidad y autoridad paternal estaba reservada a San José. Es un admirable privilegio que Dios haya elegido a San José como padre espiritual de toda la humanidad, así como Patrono de la Iglesia Universal. Ningún Ángel, sin importar su jerarquía en los coros celestiales, ostentó tal dignidad.
La incomparable dignidad de la paternidad de San José es la razón por la cual el Papa Pío XI afirmó que la intercesión de San José es “todo poderosa” ante Dios, escribiendo:
La intercesión de San José es la de un esposo, la del padre putativo, la de la cabeza de la familia de Nazaret que estaba compuesta por él mismo, María y Jesús, y como San José era realmente la cabeza o jefe de esa casa, su intercesión no puede ser más que todo poderosa. Porque, ¿qué cosa podrían Jesús y María negarle a San José quien durante toda su vida estuvo completamente consagrado a ellos y a quien realmente le debían los medios de su existencia terrena?
— Papa Pío XI
San José es la alegría de santos y papas; también debería serlo para ti.
Sin duda todos los santos glorificados merecen un honor y respeto particular, pero es evidente que, después de la Santísima Madre, San José posee un título justo en un lugar más dulce, íntimo y penetrante en nuestros corazones, que le pertenece sólo a él.
— Santo Papa Juan XXIII
— Beato Bartolo Longo
San José, después de María, es el mayor de los Santos y el más querido por Jesús.
Oración
LETANÍA DE SAN JOSÉ
- Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
- Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
- Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
- Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
- Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
- Dios, Padre celestial, Ten misericordia de nosotros
- Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten misericordia de nosotros
- Dios Espíritu Santo, Ten misericordia de nosotros
- Santísima Trinidad, un solo Dios, Ten misericordia de nosotros
- Santa María, Ruega por nosotros
- San José, Ruega por nosotros
- Noble Retoño de David, Ruega por nosotros
- Luz de los Patriarcas, Ruega por nosotros
- Esposo de la Madre de Dios, Ruega por nosotros
- Casto Guardián de la Virgen, Ruega por nosotros
- Padre Nutricio del Hijo de Dios, Ruega por nosotros
- Ferviente Defensor de Cristo, Ruega por nosotros
- Jefe de la Sagrada Familia, Ruega por nosotros
- José Justísimo, Ruega por nosotros
- José Castísimo, Ruega por nosotros
- José Prudentísimo, Ruega por nosotros
- José Valientísimo, Ruega por nosotros
- José Obedientísimo, Ruega por nosotros
- José Fidelísimo, Ruega por nosotros
- Espejo de Paciencia, Ruega por nosotros
- Amante de la Pobreza, Ruega por nosotros
- Modelo de los Obreros, Ruega por nosotros
- Gloria de la Vida Doméstica, Ruega por nosotros
- Guardián de las Vírgenes, Ruega por nosotros
- Pilar de las Familias, Ruega por nosotros
- Consuelo de los Afligidos, Ruega por nosotros
- Esperanza de los Enfermos, Ruega por nosotros
- Patrono de los Moribundos, Ruega por nosotros
- Terror de los Demonios, Ruega por nosotros
- Protector de la Santa Iglesia, Ruega por nosotros
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros.
Lo hizo Señor de su Casa, y administrador de todas sus posesiones
Oremos: Oh Dios, que en tu amorosa providencia elegiste a San José para ser esposo de tu santísima Madre, concédenos la gracia de tener como nuestro intercesor en el cielo a aquél que veneramos en la tierra como nuestro protector. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Hoy se fortalece nuestra espiritualidad y el amor a San José y vemos el amor por Jesús y María que debemos aprender
San Jose’ es la enseñanza de el amor a Dios y obediencia.