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Sí, la oración verdadera es un acto de humildad, de presentarnos indefensos ante el amor de Dios

4 de Diciembre

HUMILDAD

CAMINO A BELÉN

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Querido niño Jesús: Te quiero hacer presente aquí, en este momento de oración.  Muchas veces me acuerdo de ti, pero no te pienso. Pensarte es quererte y quererte es buscarte. Sí, quiero buscarte, caminar hacia ti, pero sabiendo que Tú me buscas siempre primero. Quiero recorrer este camino de la mano de María, tu madre, sostenido por  el auxilio del Espíritu Santo,  para que tu Amor se revele en plenitud dentro de mi corazón en esta Navidad.

CITA

Ponerse de rodillas ante Dios es señal de abandono, de seguridad puesta a los pies del Maestro. De rodillas, no tenemos facilidad de movimientos, no podemos huir, no nos podemos defender. Sí, la oración verdadera es un acto de humildad, de presentarnos indefensos ante el amor de Dios.
(Del Libro «Sal de tu Cielo» Cap. 2.5 del P. Guillermo Serra)

REFLEXIÓN

La Encarnación es acto de humildad suprema. El Hijo de Dios vino a nacer en una cueva, en medio de animales. El esperado Mesías, el Rey de reyes no llegó cubierto de gloria y de riquezas. ¿Qué me quiere decir Jesús con esto? Se hace niño para romperme el corazón y ayudarme en la humildad. Necesito disminuir para que Él crezca en mi corazón.

Contemplar al niño Jesús es una auténtica transfiguración: su gloria se dibuja en su pequeñez, su amor en la sencillez y su fuerza en su debilidad.

Para entrar en Belén y encontrar a la Luz del mundo tengo que ser humilde y agacharme. Reconocer mi pecado reconociendo a mi Salvador. Puede que no me sienta digno, pero aun así, puedo ofrecerle el oro de mi corazón, el incienso de mi voluntad y la mirra de mis pensamientos.

Quiero que el Niño en Belén me renueve y me lleve a su Corazón. Me transportará también hasta la cruz y allí encontraré ese costado abierto que me sanará.

Si me agacho, podré entrar y adorar a Jesús, dejando que su ternura ilumine mi pequeñez.

ORACIÓN

¿POR DÓNDE SEÑOR?

Mis pies cansados caminan, sí
pero no tienen ya la fuerza de ayer
La inercia me ayuda a avanzar
buscando el consuelo de tu amor

Ya no sé qué quieres de mí
ni cuál es el sentido de mi corazón
¿Por dónde, Señor, he de avanzar?

Mil caminos recorrí y no sé encontrar la paz
La seguridad se convierte en miedo
Mi esperanza se rompe en el fuego del dolor
Y el amor que un día profesé se seca más y más

Jesús a mi alma

Ten paciencia alma mía, mi amada y predilecta
Tu fuerza no está en tu victoria
Sé derrota de tu yo cansado y perdido
así mi corazón podrá abrazarte hasta la meta

El desierto es profundo y  terrible
Te ahoga la soledad de no ver nada
Despréndete de aquello que te estorba
La humildad debe ser tu vestido y gloria

A quien amo purifico, acompaño y embellezco
Con las joyas que el alma más anhela
Avanza en mi corazón, ya convertido
hacia el cielo que te abro cada día Confía alma mía, no preguntes ya por dónde
Yo soy el camino, la verdad y la vida
Vístete de gala en tu dolor porque ya viene
aquél que te abrazó sin miedo en su Pasión

Del libro «Jesús a mi Alma» del P. Guillermo Serra L.C.

PROPÓSITO

  • Esta noche me arrodillaré ante alguna imagen de Jesús, y así, más cerquita de la tierra, realizaré un profundo examen de conciencia reconociendo mis pecados de pensamiento, palabra, obra u omisión.
  • Me arrepentiré de ellos y me propondré sinceramente enmendarlos, así como acudir al sacramento de la Reconciliación como preparación para recibir al niño Jesús
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