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Quiero recorrer este camino de la mano de María, tu madre, sostenido por el auxilio del Espíritu Santo.

24 de Noviembre

ANHELAR EL CIELO

CAMINO A BELÉN

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Querido niño Jesús: Te quiero hacer presente aquí, en este momento de oración.  Muchas veces me acuerdo de ti, pero no te pienso. Pensarte es quererte y quererte es buscarte. Sí, quiero buscarte, caminar hacia ti, pero sabiendo que Tú me buscas siempre primero. Quiero recorrer este camino de la mano de María, tu madre, sostenido por  el auxilio del Espíritu Santo,  para que tu Amor se revele en plenitud dentro de mi corazón en esta Navidad.

CITA

Te pedimos Señor, que nos aprovechen los misterios en que hemos participado, mediante los cuales, mientras caminamos en medio de las cosas pasajeras, nos inclinas ya desde ahora a anhelar las realidades celestiales y a poner nuestro corazón en las que han de durar para siempre.
(Oración después de la Comunión. I domingo de Adviento)

REFLEXIÓN

“Cuando el cielo baja a la tierra, la tierra se convierte en cielo”. (Sal de tu Cielo. Presentación)

¿Qué concepto tengo del cielo? ¿Qué es lo que espero para la eternidad?

En cada Eucaristía Jesús se hace presente, como si en el altar estuviera el pesebre. No en vano Belén significa precisamente “casa del pan”.

Después de comulgar, por unos instantes ¡tengo a Jesús en mi interior! Y si entendiera lo que eso significa, me daría cuenta que es la experiencia más cercana que puedo tener del cielo aquí en la tierra. Es como estrechar a Dios, en ese tierno niño entre mis brazos. Así ir a la Santa Misa es ir a Belén; ir a Belén es celebrar la Eucaristía.

Si me permito recibir todo el amor que Jesús me quiere dar, por unos momentos todo será paz y certeza en mi interior. El cielo es esa plenitud, elevada a la infinita potencia.

Pero es un hecho que no se puede anhelar lo que no se conoce. ¿Y quién mejor que la Santísima Virgen para enseñarme a recibir a Jesús? Es como pedirle, ahí en Belén, que me deje cargar al Hijo de sus entrañas.

Si participo con más conciencia en Misa o comulgo con más frecuencia, el Espíritu Santo irá transformando progresivamente mi interior haciéndome desear el cielo por encima de las realidades temporales que me causan satisfacción.

ORACIÓN

UN CORAZÓN EN EL CORAZÓN

Mi más grande anhelo
alcanzar mi tan soñado cielo
Mi seguridad más fuerte
Jesucristo, mi puente inquebrantable


Escondido y muy profundo vive mi tesoro
Llama ardiente, grande e indomable
Todo lo abrasa e ilumina
con la pasión de un Dios cercano

Inquieto voy, buscando lo definitivo
Estable en la serenidad del ser amado
Explorando fuentes vivas y sonoras
y descansando en el silencio reposado

Un corazón en el corazón
Puerto seguro de tormentas
Maestro de lo eterno
Barca siempre viva y siempre nueva

Escondido en lo profundo no hay temores
Mis deseos no conocen ya ladrones
Seguro dentro de su tienda
poco a poco, sus latidos me serenan

Suave noche de estrellas quietas
Dulce voz de la Palabra que se acerca
Eco vivo del amor del Padre
Eres mío y ahora soy más tuyo

Toma ya mi mano fatigada
Dame por fin esa, tu mirada
Aquí estoy sobre el altar
Ayúdame a cantar Tu llegada

Míos son los cielos y mía es la tierra
Mía es tu Madre y mías son las almas
Tuyo soy hasta que quieras
Porque quieres que lo sea para siempre

Del libro «Jesús a mi Alma» del P. Guillermo Serra L.C.

PROPÓSITO

  • El día de hoy, si me es posible, buscaré recibir la comunión, pidiendo a María que interceda por mí para aprovechar cada vez más esta gracia que Dios me obsequia.
  • Si no puedo recibir la comunión haré una oración pidiendo a Jesús que venga a mi corazón para que me regale su amor y su paz.
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