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Dirán: Venid, subamos al monte de Yahvé para que Él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos

30 de Noviembre

SUBAMOS AL MONTE DEL SEÑOR

CAMINO A BELÉN

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Querido niño Jesús: Te quiero hacer presente aquí, en este momento de oración.  Muchas veces me acuerdo de ti, pero no te pienso. Pensarte es quererte y quererte es buscarte. Sí, quiero buscarte, caminar hacia ti, pero sabiendo que Tú me buscas siempre primero. Quiero recorrer este camino de la mano de María, tu madre, sostenido por  el auxilio del Espíritu Santo,  para que tu Amor se revele en plenitud dentro de mi corazón en esta Navidad.

CITA

Sucederá en días futuros: el monte de la Casa de Yahvé se afianzará en la cima de los montes… confluirán a él todas las naciones… Dirán: “Venid, subamos al monte de Yahvé… para que Él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos”.
(Isaias 2, 1-3)

REFLEXIÓN

Subir al monte es estar más cerca del cielo. Una vez que Dios ha salido de su Cielo y yo he salido de mi tierra, debo continuar caminando, atravesar el desierto y ahora subir al monte.

En la historia de la salvación, “el monte” ha sido un lugar de sacrificio, de revelación, de encuentro con Dios, un lugar de culto y también donde se reciben sus gracias.

¿Qué significa para mí “subir al monte”? Tal vez Dios me pide un sacrificio como a Abraham, o como a Moisés me recordará que sus mandamientos son el camino que debo de seguir. Quizá necesito derrumbar a los dioses del mundo a quienes estoy dando culto, como Elías en el Carmelo o simplemente dejar que su presencia me envuelva con la suave brisa que pasa.

Subir nunca es fácil, requiere esfuerzo y perseverancia que deben animarse por la fe en el Amor de Dios que se revela cuando llegamos a la cima.

Jesús también subió al monte para diferentes razones: retirarse a orar, bendecirnos con el sermón de la montaña, manifestar su gloria, llorar por Jerusalén y morir en el Calvario. Yo quiero acompañarle, ya sea en el sacrificio o en la alegría, pero quiero subir al monte porque tengo la seguridad que ahí me encontraré con Él.

ORACIÓN

¿ME DAS LA MANO?

Jesús a mi alma
Para cruzar el desierto en soledad y siendo tentado
Para caminar sobre las aguas y no hundirse
Para subir a lo alto de la montaña y contemplar mi gloria
Para sentir mi luz de resucitado
¿Me das la mano?
Sí, te pido tu mano para que sientas la fuerza de la mía
Esa que te salvará de andar vagando sin sentido por el mundo
La misma que te sostendrá, cuando te hundas por tu falta de confianza
La que te servirá de apoyo, consuelo y guía para subir a la cima
Aquella que te mostrará las llagas de mi Pasión, para confirmarte mi amor y perdón

Mi alma a Jesús
Toma mi mano Señor, como mi guía y mi Pastor
En la oscuridad, llévame por el camino seguro
En la soledad, por el de la consolación
En el de la duda, por el de la esperanza
En el del dolor, por el del ofrecimiento
En el de la tentación, por el de la victoria
Soy todo tuyo, mi mano busco entrelazar a la tuya
No permitas que me separe de ti
Te doy mi mano Señor, tómala
Es toda tuya, y con ella, te doy mi vida y mi corazón

Del libro «Jesús a mi Alma» del P. Guillermo Serra L.C.

PROPÓSITO

  • En mi oración de hoy, trataré de escuchar a Dios en la brisa suave decirme “te amo”, dejando que su presencia me envuelva y me revele a qué monte debo de subir, cuál es su voluntad en mi vida.
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