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Esposo de la Madre de Dios

Ruega por Nosotros

Cuánto habrá orado San José para llegar a conocer y aumentar su amor por su Inmaculada esposa.

— Beato Gabriele Allegra

Jamás ha existido un hombre más enamorado de una mujer como San José de María. ¡Qué dignidad y santidad se requirió de San José para ser el esposo de María! En su corazón de mujer, María sabía que estaba segura con la virilidad de San José; él fue su caballero y guerrero. Toda mujer desearía un esposo así: un caballero, un protector, y un buen padre.

Las mujeres merecen hombres que sean fuertes y protectores, pero al mismo tiempo delicados, amorosos y confiables. Toda mujer quiere encontrar seguridad en los brazos de un hombre que esté dispuesto a dar su vida por ella. La Iglesia y el mundo necesitan hombres como San José; él es el modelo de un buen esposo.

San José fue el esposo de María. A cada padre de familia se le confía igualmente, mediante su propia esposa, el misterio de la mujer. Como San José, queridos padres de familia, cada uno respete y ame a su esposa, y guíe a sus hijos hacia Dios, hacia donde deben ir, con amor y con una presencia responsable.

— Papa Benedicto XVI

Cada corazón católico quiere pastores como San José, así como sacerdotes y obispos — padres espirituales — que sean caballerosos, guerreros, protectores y defensores. Los católicos esperan que sus sacerdotes y obispos sean personas de oración, confiables, gentiles, compasivos y virtuosos. La esposa de Cristo, la Iglesia, merece tener líderes que estén dispuestos a pelear para alejar a los lobos por amor al rebaño, matar a los dragones espirituales y predicar la verdad con pasión, con caridad cristiana y entusiasmo. San José es el modelo de toda paternidad. Sin mirar al modelo de San José, ningún esposo, padre o sacerdote podrá comprender plenamente lo que significa ser un hombre de sacrificio, un esposo y padre amoroso y un verdadero santo.

SAN JOSÉ ES EL MODELO DE ESPOSO Y DE PADRE

La vocación de todo hombre es estar al servicio de quienes han sido encomendados a su amor y cuidado. Actualmente muchos hombres han olvidado esto, pero San José les ayudará a recordar. Él ayudará a los hombres a volver a ser santos y caballerosos. Todos los hombres descubren en San José un modelo de fortaleza, fidelidad, heroísmo y virtud. Si los hombres — esposos, padres, sacerdotes y obispos — siguen el ejemplo de San José, las familias serán amorosas y seguras, los esposos serán santos, los sacerdotes serán cazadores de dragones, y los obispos volverán a ser pastores de almas y pilares de la verdad.

SAN JOSÉ ES UN MODELO PARA TODOS LOS HOMBRES

Los verdaderos hombres son caballeros al servicio de los demás. Los verdaderos hombres aman. Los verdaderos hombres protegen a las mujeres y los niños contra cualquiera y todas las amenazas. Los verdaderos hombres están dispuestos a morir por sus esposas e hijos. Los sacerdotes y obispos santos están dispuestos a sufrir y morir por las almas encomendadas a su cuidado. Los sacerdotes y obispos de este calibre no temen al ridículo, la calumnia, la pobreza o la prisión. Los hombres como San José están dispuestos a luchar por lo que aman, lo que es bueno, verdadero y hermoso. ¡Que la Iglesia y las familias vuelvan a estar llenas de esa clase de hombres!

A ti acudimos en nuestras pruebas, oh bendito San José, y habiendo pedido la ayuda de tu santísima Esposa, confiadamente también pedimos tu protección.

— Papa León XIII

¡Bendito sea San José, su castísimo esposo!

Lectura

El joven esposo de María

No estoy de acuerdo con la representación tradicional de que San José era un hombre viejo, por más que haya sido inspirada en querer enfatizar la perpetua virginidad de María. Lo veo como un hombre joven y fuerte, quizás unos años mayor que Nuestra Señora, pero en la plenitud de su vida y trabajo.

— San Josemaría Escrivá

¿Alguna vez has leído una afirmación como ésta de un santo sobre la edad de San José? San Josemaría está en lo correcto al decir que San José era un hombre joven cuando se casó con Nuestra Señora, y San Josemaría no es el único que piensa de este modo.

La Iglesia Católica no tiene ninguna enseñanza oficial o formal sobre la edad de San José. Eres totalmente libre de creer que San José era un hombre viejo cuando se casó con María si así lo quieres, o también creer que era un hombre joven. Personalmente, me cuesta trabajo pensar en San José como un adulto mayor, ya que las exigencias físicas de su misión hacen que esta probabilidad sea casi nula.

Si pensamos en los títulos que la Iglesia le ha dado a San José en su Letanía, tales como Guardián del Redentor, Casto Guardián de la Virgen, Guardián de Vírgenes, Modelo de los Obreros, Terror de los Demonios, etc., todos éstos se inclinan más hacia la idea de un San José joven y vigoroso y no un hombre viejo. ¿Acaso un hombre viejo es capaz de proteger vírgenes? ¿Puede un adulto mayor ser modelo de obreros? Para ser guardián se requiere mucha fortaleza, para ser obrero hay que tener salud. ¿Puede un hombre viejo hacer estas cosas? Como dijo la Madre Angélica: “¡Los hombres viejos no caminan a Egipto!”, y tampoco pueden ser guardianes porque necesitan agilidad y fortaleza. Por supuesto que nada de esto implica que los adultos mayores no tengan una moral alta; el mundo está lleno de incontables adultos mayores que son virtuosos, sabios, santos; sin embargo, por lo regular no se distinguen por sus capacidades físicas para desarrollar el tipo de cosas que San José necesitaba hacer por la Sagrada Familia.

Entonces, ¿por qué durante siglos la mayoría de las obras de arte han representado a San José como un hombre entrado en años? La respuesta más articulada a esta pregunta la proporciona el Venerable Fulton J. Sheen, diciendo:

¿Era San José viejo o joven? La mayoría de las estatuas y representaciones de José que vemos actualmente son de un hombre viejo con una barba gris que protegió a María y su voto con un desapego que podría parecerse al de un doctor que levanta una bebé en una guardería. Por supuesto que no tenemos ninguna evidencia histórica sobre la edad de José. Algunos relatos apócrifos lo describen como un hombre viejo, y después del siglo IV los Padres de la Iglesia siguieron esta leyenda casi de manera rigurosa…

Pero al investigar por qué el arte cristiano tuvo que representar a José como una persona mayor, se descubre que se hizo con la intención de salvaguardar la virginidad de María, y de alguna manera avanzó sigilosamente la suposición de que la senilidad era un mejor protector de la virginidad que la adolescencia. Por lo tanto, el arte, inconscientemente, representó a un esposo casto y puro más por su edad que por sus virtudes. Sin embargo, esto es tanto como asumir que la mejor forma de demostrar que un hombre jamás volverá a robar es representándolo sin manos…

Pero más allá de eso, representar a José como un hombre viejo significaría que le quedaba poca energía vital, en vez de un hombre que teniendo esa energía la supo manejar para mayor gloria de Dios y sus santos propósitos. Hacer que José se vea como un hombre puro sólo porque su carne ha envejecido, es tanto como glorificar un arroyo en las montañas que ya está seco. La Iglesia no ordenaría al sacerdocio a un hombre que no esté en plenitud de sus potencias vitales. La Iglesia quiere hombres que pueda moldear, más que aquellos que son dóciles porque carecen de la energía para ser rebeldes; no debería ser diferente con respecto a Dios.

Sería razonable pensar que Nuestro Señor habría preferido elegir por padre adoptivo a un hombre que hubiese hecho sacrificios voluntarios, en vez de uno que hubiese sido forzado a hacerlos. Existe además el hecho histórico de que los judíos desaprobaban un matrimonio desproporcionado, lo que Shakespeare llamaba “crabbed age and youth” (edad avanzada y juventud). El Talmud admite un matrimonio desproporcionado sólo para viudos o viudas. Finalmente, parecería algo improbable que Dios hubiese vinculado a un hombre viejo con una madre joven de unos dieciséis o diecisiete años de edad. Si Él no desestimó entregar a su Madre a un hombre joven, Juan al pie de la Cruz, ¿por qué le habría designado un hombre viejo estando en el pesebre? El amor de una mujer siempre determina la forma en que un hombre ama; ella es la silenciosa educadora de sus facultades viriles.

En virtud de que María es lo que podría llamarse una “virginizadora” tanto de hombres como mujeres jóvenes, y la más grande inspiración de la pureza cristiana, ¿no sería lógico que hubiese comenzado por inspirar y “virginizar” al primer joven que quizás conoció en toda su vida, José el Justo? María habría obtenido su primera conquista no disminuyendo la facultad de José para amar sino elevándola, y en su propio esposo, el hombre que era hombre en todo el sentido ¡y no un simple guardián senil!

Probablemente José era un hombre joven, fuerte, viril, atlético, guapo, casto y disciplinado. En lugar de ser un hombre incapaz de amar, debió de haber estado ardiendo de amor. Así como daríamos muy poco crédito a la Santísima Madre si hubiese hecho su voto de virginidad después de los cincuenta años, de igual manera lo haríamos con José si se hubiese convertido en su esposo siendo ya mayor. En aquellos días, las chicas jóvenes como María hacían votos para amar únicamente a Dios, y también lo hacían los hombres, de entre los que José era uno tan prominente como para que se le conociera como “justo.” Por lo tanto, en vez de ser fruta seca para servirse en la mesa del rey, José era un capullo lleno de fortaleza y promesas. No se encontraba en el ocaso de su vida sino en el amanecer, pleno de energía, fortaleza y pasión controlada. María y José ofrecieron en sus nupcias no sólo sus votos de virginidad, sino también dos corazones de los que brotaban torrentes de amor tan grandes que jamás conoció ningún pecho humano…

¡Cuánto más hermosos se tornan María y José al mirar en sus vidas lo que se podría denominar el primer romance divino! Ningún corazón humano es movido por el amor del viejo por el joven; pero ¿quién no se siente movido por el amor del joven por el joven? Tanto en María como en José había belleza, juventud y promesa. Dios ama las cataratas caudalosas y cascadas torrenciales, pero las ama más no cuando se desbordan ahogando las flores que Él ha creado, sino cuando son controladas y aprovechadas para iluminar a una ciudad y saciar la sed de un niño. En José y María no encontramos una cascada controlada y un lago seco, sino dos juventudes que, antes de conocer la belleza de uno y la atractiva fortaleza del otro, estuvieron dispuestos a renunciar a todo eso por Jesús. Por lo tanto, los que se inclinaron sobre el pesebre del Niño Jesús no fueron la vejez y la juventud, sino la juventud plena, la consagración de la belleza en una doncella y la entrega del poderoso encanto de un hombre.

¡Increíble! ¡Fulton Sheen es brillante! Hasta donde yo sé, fuera de Fulton Sheen, no hay ninguna otra persona en la historia de la Iglesia que haya articulado un argumento más convincente de un joven San José. Como lo afirma tan claramente, la teología y el arte sólo representaron a San José como un hombre viejo para proteger la virginidad de María.

Ahora bien; en toda justicia, la decisión de representar a San José como un hombre viejo, ya fuese en prédica, en escritos, o mediante el arte, sí funcionó para proteger la virginidad y pureza de María. Como un ejemplo extremo de eso, un antiguo texto copto sobre la vida de San José ¡lo presenta como un hombre de 91 años cuando se desposó con María! Sin embargo, todos los historiadores y teólogos reconocen que las fuentes para presentar a San José como un hombre viejo provienen de documentos apócrifos, es decir, no canónicos. El hecho de haber confiado en escritos apócrifos para ofrecer una edad de San José, produjo que se le representara como un hombre ya entrado en años, disminuyendo sus grandes virtudes, importancia y grandeza en las mentes de los cristianos. No es de extrañar que tan pocas personas hayan puesto atención en San José a lo largo de los siglos.

¿Cuál fue el drástico efecto de tener este tipo de acercamiento con San José? Que al día de hoy raramente se incluye a San José en las clases que se imparten en los seminarios sobre cristología, mariología, soteriología o eclesiología, de tal forma que el hombre universalmente aclamado como el más amoroso, justo, casto, prudente, valiente, obediente y fiel que haya vivido jamás, ni siquiera es mencionado en las clases de virtudes teológicas o morales. ¡Eso necesita cambiar! Hay que agradecer a Dios la sabiduría y reflexiones de personas como San Josemaría Escrivá, Madre Angélica y el Venerable Fulton Sheen. La Iglesia necesita volver a presentar a sus hijos una imagen de San José que sea fuerte, masculina y joven. La constante presentación de José como un hombre viejo ha deformado severamente nuestra comprensión del ¡más grande santo (después de María) que haya caminado sobre la tierra! ¡Es hora de recuperar a San José!

Pero no hay que tomar esto de una forma equivocada; el Señor ama a los ancianos. Dios ama los años de duro trabajo, servicio, generosa dedicación y sacrificios de amor de un hombre. Las sociedades tranquilas, justas y pacíficas se sostienen en los fundamentos que establecieron los ancianos. Sin embargo, esos hombres construyeron los cimientos y pilares de la civilización cuando eran jóvenes y no viejos. Del mismo modo, los años formativos de Jesucristo fueron amorosamente gobernados por un padre joven y fuerte llamado José. Fue este incansable, amoroso y virtuoso padre quien estableció los fundamentos para el crecimiento y desarrollo humano de Jesucristo. Si bien no hay duda de que cualquier adulto mayor es tan capaz de la santidad como cualquier joven, se necesita un padre joven y fuerte para enseñar a un niño cómo manejar el hacha, trabajar con madera, cargar leña, caminar grandes distancias y ganarse la vida con el sudor de la frente.

Si las princesas terrenas consideran un asunto de la mayor importancia seleccionar cuidadosamente un tutor adecuado para sus hijos, piensa si el Dios eterno, en su omnipotencia y sabiduría, no habría elegido al hombre más perfecto de su creación (San José) para ser el guardián de su divino y más glorioso Hijo, el Príncipe del cielo y de la tierra

— San Francisco de Sales

El Beato Guillermo José Chaminade hace eco de una idea semejante, pero mirando la condición masculina de San José desde la perspectiva de su matrimonio con Nuestra Señora. Escribe:

Si Dios te hubiese encomendado la honrosa tarea de elegir de entre los reyes un esposo para la Santísima Virgen, ¿no le habrías elegido a la mente más grandiosa del mundo? Y si te hubiese dado la orden de elegir a uno de los santos, ¿no le habrías escogido al mayor santo que jamás hubiese caminado en la tierra? Ahora, ¿crees que el Espíritu Santo, que es el Autor de este matrimonio divino, estaría menos interesado que tú de proveerle a la Virgen un esposo adecuado a sus méritos?

— Beato Guillermo José Chaminade

Tiene mucho sentido, ¿verdad? Claro que sí. San José fue el amoroso esposo de María, no un esposo “retirado” incapaz de trabajos manuales y largas travesías a pie. San José era conocido por todos en Nazaret como el padre de Jesús, no el abuelo de Jesús.

Como padre de Jesús, San José no sólo defendió celosamente y protegió a su amado Hijo, sino que lo sacrificó todo — hasta los placeres del amor conyugal — para llevar a cabo su misión de “guardián de la Virgen” y “guardián del Redentor.” Por cierto, cuando los pontífices y santos se refieren a San José como “guardián,” el significado va más allá de un simple legalismo; significa protector, paternal y viril. Un guardián es una persona fuerte no sólo de mente y corazón sino también físicamente. San Juan Henry Newman habló de la custodia de San José de la siguiente manera:

San José era el querubín encargado de vigilar el nuevo paraíso terrenal de la intrusión de los enemigos.

Para que a un hombre se le pueda encargar vigilar la intrusión de cada enemigo en un territorio, éste necesita ser físicamente fuerte, no un hombre ya viejo que necesite bastón. Como poderoso querubín dedicado a proteger y servir a la Reina de los Ángeles, a San José se le dio la tarea de vigilar el templo del cuerpo de María y, en particular, su virginidad. El guardián de María tenía que ser joven y fuerte para poder cumplir exitosamente con su misión. Un hombre entrado en años probablemente no tendría la fuerza de proteger a una esposa joven, y tampoco es factible que tuviese la energía necesaria para educar a un hijo pequeño.

La hombría de San José era su escudo protector, la capa para proteger a la Santísima Virgen. Ningún hombre o bestia podían hacerle daño a la Virgen porque San José se mantenía atento y listo para defenderla, incluso al punto de la muerte.

La nube (que) en la Antigua Ley cubría el Tabernáculo, es figura del matrimonio de San José con la Santísima Virgen. “La nube cubrió entonces la Tienda del Encuentro y la gloria de Yahveh llenó la Morada.” (Ex 40,34) El matrimonio de San José es un velo sagrado que cubre el misterio de la Encarnación. Todo el mundo ve que María es madre, pero sólo José sabe que ella es virgen.

— Beato Guillermo José Chaminade

Como joven esposo y padre, San José fue modelo de virilidad para su Hijo. Todo niño debería poder mirar a su padre para comprender lo que significa ser hombre. Si San José hubiese sido un hombre mayor, ¿habría visto Jesús en él algún tipo de fortaleza física, o la práctica de un amor verdadero a través de la castidad heroica, el trabajo arduo y gestos físicos de piedad como por ejemplo ponerse de rodillas? Si San José hubiese sido dos o tres veces mayor que su esposa, ¿qué habría visto Jesús en su padre? ¿Siestas vespertinas y olvidos frecuentes? Repito, no hay nada de malo con la edad avanzada; hacerse viejo es parte de la vida del hombre. El mismo José avanzó en años conforme pasó la vida como sucede con todos los hombres, pero ¿habría confiado Dios la educación y desarrollo de su Hijo — el León de Judá y Rey de Reyes — a un hombre anciano y frágil? Probablemente no.

Lo que la Iglesia y el mundo pueden aprender de una descripción más juvenil de San José, especialmente en la teología, la predicación, la literatura y el arte, es que los hombres jóvenes pueden ser castos, heroicos y santos, y sin duda la Iglesia cuenta con incontables ejemplos de jóvenes que se mantuvieron castos y puros por el Reino de los cielos, y San José fue el más excelso de todos ellos. San Josemaría Escrivá nos dice:

No tienes que esperar a ser viejo o carente de vitalidad para practicar la virtud de la castidad. La pureza proviene del amor, y la fortaleza y alborozo de la juventud no son un obstáculo para el amor noble. José tenía un corazón y un cuerpo joven cuando se casó con María, cuando se enteró del misterio de su divina maternidad, cuando vivió en su compañía, respetando la integridad que Dios quería darle al mundo como un signo más de que había venido a compartir la vida de sus creaturas. Cualquiera que no comprenda un amor así, conoce muy poco del verdadero amor y es un total extraño del significado cristiano de la castidad.

En mi opinión, San José era un esposo joven, tierno y amoroso con su esposa pero siempre casto, modesto y puro. María amaba a su José. Su amor masculino por ella era fuerte y siempre controlado por la razón y la fe. Sus facultades viriles, que mantenía siempre restringidas al servicio de la voluntad de Dios, lo hizo el esposo y padre más virtuoso que haya caminado sobre esta tierra. Ninguna mujer ha tenido jamás un esposo más virtuoso que San José.

Dios no le habría dado a San José como esposa a la Santísima Virgen si no hubiese sido un hombre santo y justo. ¿Qué padre, estando cuerdo, daría en matrimonio a su amada hija a un hombre de categoría y estado de vida inmoral e irreprochable?

— San Lorenzo de Brindisi

En conclusión, ¿qué puedes ganar de estas reflexiones sobre San José? ¿Estás obligado a creer que San José era joven? Por supuesto que no, pero ¿al menos comprendes, sobre la base de las exigencias físicas que inevitablemente habría requerido su misión, por qué tiene más sentido que San José haya sido un hombre joven y no un anciano cuando se casó con Nuestra Señora? Sin importar cuál representación de San José prefieras, él es tu amoroso, fuerte y valiente padre espiritual. Agradécele por todo lo que hizo por amor a Jesús y por tu madre espiritual, María. Agradécele por todo lo que hace por amor a ti.

Te agradezco, oh santo patriarca José, porque nosotros, que incluso somos incapaces de saber cómo amar a Jesús y a nuestra Madre Inmaculada, sabemos y nos alegramos de que al menos tú la amaste como ella se mereció, como la digna y verdadera Madre de Jesús.

— Beato Gabriele Allegra

Oración

LETANÍA DE SAN JOSÉ

  • Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
  • Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
  • Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
  • Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
  • Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
  • Dios, Padre celestial, Ten misericordia de nosotros
  • Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten misericordia de nosotros
  • Dios Espíritu Santo, Ten misericordia de nosotros
  • Santísima Trinidad, un solo Dios, Ten misericordia de nosotros
  • Santa María, Ruega por nosotros
  • San José, Ruega por nosotros
  • Noble Retoño de David, Ruega por nosotros
  • Luz de los Patriarcas, Ruega por nosotros
  • Esposo de la Madre de Dios, Ruega por nosotros
  • Casto Guardián de la Virgen, Ruega por nosotros
  • Padre Nutricio del Hijo de Dios, Ruega por nosotros
  • Ferviente Defensor de Cristo, Ruega por nosotros
  • Jefe de la Sagrada Familia, Ruega por nosotros
  • José Justísimo, Ruega por nosotros
  • José Castísimo, Ruega por nosotros
  • José Prudentísimo, Ruega por nosotros
  • José Valientísimo, Ruega por nosotros
  • José Obedientísimo, Ruega por nosotros
  • José Fidelísimo, Ruega por nosotros
  • Espejo de Paciencia, Ruega por nosotros
  • Amante de la Pobreza, Ruega por nosotros
  • Modelo de los Obreros, Ruega por nosotros
  • Gloria de la Vida Doméstica, Ruega por nosotros
  • Guardián de las Vírgenes, Ruega por nosotros
  • Pilar de las Familias, Ruega por nosotros
  • Consuelo de los Afligidos, Ruega por nosotros
  • Esperanza de los Enfermos, Ruega por nosotros
  • Patrono de los Moribundos, Ruega por nosotros
  • Terror de los Demonios, Ruega por nosotros
  • Protector de la Santa Iglesia, Ruega por nosotros

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros.

Lo hizo Señor de su Casa, y administrador de todas sus posesiones

Oremos: Oh Dios, que en tu amorosa providencia elegiste a San José para ser esposo de tu santísima Madre, concédenos la gracia de tener como nuestro intercesor en el cielo a aquél que veneramos en la tierra como nuestro protector. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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1 comentario en “Día 11 Esposo de la Madre de Dios”

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