José Justísimo
Ruega por Nosotros
San José se ganó el título de “hombre justo,” y por ello sobresale como modelo viviente de esa justicia cristiana que debe reinar en la vida social
— Papa Pío XI
¿Qué significa llamar a San José hombre justo? San Josemaría Escrivá nos proporciona grandes respuestas afirmando:
San José fue una especie de hombre ordinario en quien Dios confió grandes cosas. Él hizo exactamente lo que el Señor quería que hiciera en todos y cada uno de los eventos que conformaron su vida. Por esa razón, la Escritura alaba a José como “un hombre justo.” En hebreo, un hombre justo significa un siervo de Dios bueno y fiel, alguien que lleva a cabo la voluntad divina (cf. Gn 7, 1; 18, 23-32; Ez 18, 5ss; Prov 12, 10) o quien es honorable y caritativo con su prójimo (cf. Tob 7, 6; 9, 6). Por lo tanto, un hombre justo es alguien que ama a Dios y prueba su amor guardando sus mandamientos y dirigiendo toda su vida al servicio de sus hermanos, sus semejantes
¿Qué hay de ti? ¿Eres una persona justa? ¿Amas a Dios, guardas sus mandamientos y actúas con honor y caridad con tu prójimo?
SAN JOSÉ HARÁ CRECER EN TI LA VIRTUD DE LA JUSTICIA
Los teólogos definen la virtud de la justicia como “dar al otro lo que le corresponde.” Por ejemplo, en nuestra relación con Dios, le debemos a Él nuestro agradecimiento por nuestra existencia y nuestra alabanza por su bondad. Actuamos con justicia ante Dios dándole lo que le corresponde cuando lo adoramos, especialmente participando en la Santa Misa los domingos y los días festivos de precepto. Si fallamos en estas cosas no estamos amando a Dios, no actuamos con justicia ante Dios, no le damos aquello que le corresponde.
Para San José, ser un hombre justo implicaba observar las normas de la religión judía, y eso requería que tuviese que viajar tres veces al año a Jerusalén — una larga distancia desde Nazaret — para participar en viarios rituales y ceremonias. Tú, por tu parte, es muy probable que vivas a poca distancia de una iglesia católica. Si no dedicas una hora a la semana para dar gracias y alabar Dios, no estás amándolo o no le estás dando lo que le corresponde; no eres una persona justa.
La Santa Misa no se trata del sacerdote, de la gente o del coro. Se trata de responder con amor al amor, y de dar a Dios lo que corresponde. Es cierto que los sacerdotes deben preparar bien sus homilías, que la música de la liturgia debe ser sagrada e inspiradora, y que siempre da gusto ver rostros conocidos durante la Santa Misa; sin embargo, aunque sientas que el sacerdote no es tan edificante, que la música te resulta una distracción, y que la congregación se percibe espiritualmente muerta, tienes que recordar que no se trata de ellos; se trata de ti obrando con justicia y con amor hacia Dios. No existe una manera más extraordinaria y completa de decirle a Dios “te amo,” de agradecerle y adorarlo por sus bendiciones, que mediante el Santo Sacrificio de la Misa. “Eucaristía” significa “acción de gracias.”
Pero Dios no es con el único con quien debemos actuar con justicia por amor; también hay que dar a los demás lo que les corresponde. ¿Lo haces? ¿Amas, veneras y honras a María, tu Madre espiritual? ¿Amas, veneras y honras a San José, tu padre espiritual? ¿Tratas a los miembros de tu familia con amor, respeto y dignidad? ¿Qué hay de tus vecinos, compañeros de trabajo, y todos los demás con los que te relacionas diariamente? Si tienes empleados, ¿ofreces salarios justos? Recuerda la regla de oro: “Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes” (Lc 6, 31). Tu padre espiritual actuó con justicia y amor con todos; tú también deberías hacerlo.
¿Quieres saber por qué a San José se le llama justo? Porque poseyó de manera perfecta todas las virtudes
— San Máximo de Turín
Los Evangelios describen a San José como un hombre justo. No podría aplicarse a un hombre una mayor alabanza por su virtud, ni atributo más alto por su mérito
— Santo Papa Pablo VI
Lectura
Hombre justo y reverente
Ser justo es estar perfectamente unido a la divina voluntad, conformado con ella en todas las situaciones sean de prosperidad o adversas. Que San José lo fue nadie lo puede negar
— San Francisco de Sales
Para ejercer las virtudes de la justicia como lo subraya correctamente San Francisco de Sales, una persona necesita vivir en perfecta unión con la divina voluntad enfrentando todo tipo de eventos sean favorables o adversos, y darle a Dios y a los demás lo que les corresponde. La Iglesia siempre ha entendido que San José fue un hombre justo y santo, que amó a Dios y al prójimo como se debe, pero no siempre ha comprendido el profundo significado teológico de lo que esas palabras significan realmente, especialmente cuando se aplican a las acciones de San José en el Nuevo Testamento. A la Iglesia le ha tomado siglos desarrollar una teología de San José que muestre su grandeza y santidad.
En nuestros días la Iglesia enseña que después de María, San José es el ser humano más santo y el “más justo” de todos los santos. Él es nuestro padre espiritual, el pilar de las familias, la gloria de la vida doméstica, el Patrono de la Iglesia Universal, y el Terror de los Demonios. Por esta razón, ciertos pasajes del Nuevo Testamento que presentan las acciones de San José necesitan ser reexaminadas a la luz de lo que ahora enseña inequívocamente la Iglesia sobre la verdad de San José; específicamente que San José, al enfrentar todo tipo de situaciones favorables o adversas, siempre actuó de conformidad con la divina voluntad y le dio a Dios y a los demás lo que les correspondía. Realmente vivió ese amor a Dios y al prójimo que su Hijo enseñaría posteriormente.
¿Qué fue lo que él (San José) hizo en realidad? Amó. Eso fue todo lo que hizo, y fue suficiente para su gloria. Amó a Dios sin límite y sin regatear. Ese fue su significado, esa fue su vida aquí abajo. Por eso él ha sido amado sin medida. ¡Contemplen su gloria por toda la eternidad! Acudan a él sin vacilar. Él tiene gran poder en el cielo. En cuanto a su bondad, no se puede negar que pasó su vida en la intimidad de los corazones de Jesús y María, los corazones más amorosos y amables que jamás habrán de existir
— Beato Jean Joseph Lataste
Una de las acciones más importantes de San José en el Nuevo Testamento es su respuesta al descubrir que su esposa estaba embarazada, y es dentro del marco bíblico de esa historia que a San José se le llama hombre justo.
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros.» Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.
— Mt 1,18-24
Este pasaje (en su versión inglesa) se ha tomado de la traducción de la Versión Revisada Estándar Edición Católica (RSVCE por sus siglas en inglés), porque aquí no se afirma que San José quería “divorciarse” de su esposa. ¿Sabías que la Iglesia Católica siempre ha permitido múltiples interpretaciones de Mateo 1,18-24? En particular, la Iglesia permite una interpretación que no afirma que San José deseaba divorciarse de su esposa. Desde los primeros siglos de la historia de la Iglesia, ha habido tres teorías posicionadas sobre el plan de acción de San José cuando descubrió que su esposa estaba embarazada. Las tres teorías han sido sostenidas por varios santos y eruditos, y las tres teorías se originan en la Iglesia primitiva; éstas son:
- La teoría de la suspicacia. San José sospecha que María cometió adulterio y decide divorciarse de ella. De acuerdo a la Ley judía, si un hombre justo quiere divorciarse de su esposa porque ella le ha sido infiel, está obligado a dilapidarla. San José, siendo un hombre justo, no quiere dilapidar a María por lo que decide divorciarse en silencio. Esta teoría fue promovida en la literatura apócrifa y sostenida por varios Padres de la Iglesia.
- La teoría de la estupefacción. San José está perplejo y estupefacto con el embarazo de María, pero no duda de su inocencia. Está atónito, pero no sabe qué hacer. Confundido, decide divorciarse de María. Algunos Padres de la Iglesia se adhieren a esta teoría y la promueven con entusiasmo. Se convierte en la teoría más común y se le conoce como “la duda de José.”
- La teoría de la reverencia. San José descubre que María está embarazada, pero no duda de su pureza e inocencia, sino que duda de su falta de mérito y habilidad para cuidar a María y al Niño. Siendo un hombre justo, sabe que María pertenece a Dios y se considera indigno de vivir con María. Decide separarse de ella silenciosamente por justicia a Dios y reverencia a María. Está dispuesto a dejar la escena para no revelar su misterio. Algunos padres de la Iglesia, así como muchos santos medievales, teólogos y místicos promueven esta teoría.
¿Por qué la Iglesia permite tres teorías sobre este tema tan importante? Bueno, todo se desprende de la traducción de la palabra griega apoluo, y los estudiosos bíblicos concuerdan que es una palabra muy difícil de traducir. En griego, apoluo puede tener múltiples significados dependiendo del contexto de un pasaje en particular. Por ejemplo, según el contexto, apoluo puede significar “separar,” “disimular,” “esconder,” “distanciarse de,” o “divorcio.” Curiosamente, la mayoría de los que han traducido el Nuevo Testamento del griego a otros idiomas han elegido traducir apoluo como “divorcio.” Sin embargo, ahora que la Iglesia tiene una mayor comprensión de la santidad de San José, especialmente en relación a sus privilegios, virtudes y maravillas, ¿esa traducción sería la correcta? A la luz de lo que se ha sostenido como cierto de San José, ¿en verdad podemos decir que San José tenía la intención de divorciarse de su querida esposa? La Iglesia ha recorrido un largo camino para poder comprender a San José, y en la opinión de muchos la idea de que él hubiese querido divorciarse de María necesita ser reexaminada.
Ahora bien, siendo justos, los que a lo largo de la historia han traducido apoluo como divorcio no lo hicieron con mala intención o malicia; hay que recordar que divorcio con frecuencia es una traducción válida de la palabra de acuerdo al contexto de un pasaje en particular. Sin embargo, la única razón por la que la palabra divorcio se utilizó en Mateo 1,14-28, fue porque la Iglesia aún no había desarrollado una teología de San José. Desafortunadamente, las consecuencias de haber traducido apoluo como divorcio provocó que durante siglos se minimizara la importancia de San José en la vida de la Iglesia. De hecho, Mateo 1,18-24 casi siempre se describe como “la duda de José,” en vez de la descripción más noble de la “anunciación de José.” De allí que sea fácil entender por qué San José no ha sido tan amado como se merece recibiendo tan poca honra, reverencia e imitación a lo largo de la historia.
Quizás te preguntes “¿y cuál es el problema con eso?”. Sin duda hay una gran diferencia entre que San José haya querido divorciarse de su esposa, a que por justicia y reverencia haya pensado distanciarse de ella, y esta reflexión hizo que muchos eruditos bíblicos se inclinaran por una traducción de apaluo diferente a la de divorcio. Actualmente, y a la luz de lo que la Iglesia ha discernido con toda claridad sobre la verdad de San José, sostener la postura de que haya querido divorciarse de su esposa resulta del todo incongruente con sus virtudes. Después de todo, la idea de que San José haya intentado divorciarse de su esposa ¡hace que el cimiento mismo de la Nueva Alianza de Jesucristo caiga por los suelos! Divorciarse de María habría sido un acto extremadamente injusto por parte de San José, porque María era inocente y no había hecho nada malo. ¿Cómo aquél hombre que la Iglesia invoca como “pilar de las familias” y “gloria de la vida doméstica” podría ser el mismo que hubiese querido divorciarse de la Inmaculada Madre de Dios, pura e inocente? No tiene ningún sentido.
¿Eso significa que durante 2,000 años la Iglesia se equivocó sobre un aspecto muy importante de la Revelación divina? De ninguna manera. Hay que recordar que desde el tiempo en que se escribió el Nuevo Testamento la Iglesia ha permitido varias traducciones de apoluo en el Evangelio de Mateo, pero lo que sí significa es que a la luz del desarrollo teológico que la Iglesia ha realizado sobre San José, necesita reexaminar el tema y presentar una interpretación teológica más exacta de Mateo 1,28-24, una interpretación que, por lo demás, ha estado allí desde el principio.
¿Qué es entonces lo que la Iglesia comprende ahora como cierto de San José que está causando que eruditos y teólogos teman traducir apoluo como divorcio? ¿Por qué muchos estudiosos están prefiriendo describir el plan de acción de San José como “un distanciamiento” de María? La Iglesia, al reconocer la extraordinaria obediencia, justicia, reverencia y humildad de San José, ha logrado poner en un contexto real la correcta traducción de la palabra apoluo en el Evangelio de Mateo. En esencia, al comprender la extraordinaria santidad de San José le ha proporcionado la correcta interpretación de lo que él intentaba hacer. La fe sobrenatural de San José le permitió saber que María efectivamente había concebido por el Espíritu Santo, y ese gran misterio que se realizaba al interior de María le hizo sentir temor. Su intención no era divorciarse de María; más bien, él creía que su deber ante Dios, Autor de aquel misterio que se desarrollaba en el vientre de su esposa, era distanciarse de ella y del Niño hasta que le fuese dada otra revelación. El hecho de que la Iglesia permita esta interpretación, y de que muchos de los Padres de la Iglesia, teólogos medievales, santos y místicos ya hubiesen interpretado el pasaje de esta manera, es lo que está causando que no pocos académicos y estudiosos se adhieran a la Teoría de la Reverencia.
Por ejemplo, el Padre René Laurentin, aclamado a nivel mundial como el mariólogo más excelso del siglo XX, realizó profundos estudios sobre Mateo 1,18-24, llegando a la conclusión de que teológicamente resulta problemático sostener la afirmación de que San José deseaba divorciarse de su amada esposa. ¿Cómo podía un hombre realmente justo haber querido divorciarse de su inocente esposa? Divorciarse de María no habría sido un acto justo sino un acto ¡totalmente injusto! El Padre John McHugh, uno de los académicos bíblicos más eruditos del siglo XX llegó a la misma conclusión, así como el Padre John Saward, sacerdote anglicano convertido y un académico de gran calibre.
Otro de los académicos, el Padre Ignacio de la Potterie, SJ, ampliamente reconocido y respetado como extraordinario teólogo y académico bíblico, después de realizar extensos estudios sobre Mateo 1,18-24 quedó tan convencido de la verdad de la Teoría de la Reverencia, que escribió su propia traducción del pasaje que es ¡toda una revelación! El Padre aclara cómo San José ejercitó generosa y heroicamente la virtud de la justicia, y el profundo amor reverente que le tuvo a María y al Niño que llevaba en su seno. La traducción del Padre de la Potterie dice lo siguiente:
En relación a Jesús como el Mesías, el origen se llevó a cabo de la siguiente manera: Su Madre María estaba comprometida con José, pero antes de llevar una vida en común, ella se encontró que había engendrado (un hijo) en su vientre por obra del Espíritu Santo. Pero José, su esposo, que era un hombre justo, que no quería descubrir (su misterio), resolvió separarse de ella en secreto. Pero cuando así lo tenía planeado, he aquí que un Ángel del Señor se le apareció en un sueño y le dijo: «José, hijo de David, no temas llevar contigo a María, tu esposa, a tu casa, porque ciertamente lo engendrado en ella proviene del Espíritu Santo, pero ella dará a luz un hijo (para ti) y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque será Él quien salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que lo que había dicho el Señor a través de la boca de un profeta se cumpliera: «Ved que la virgen concebirá en su vientre y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel,» que traducido significa: “Dios con nosotros.” Cuando José despertó del sueño sucedió como el Ángel del Señor lo había prescrito y se llevó a su esposa a su casa.
¡Qué gran traducción! En algunas partes se lee un poco extraña por ser muy literal, pero es por mucho la mejor traducción que hay de ese pasaje, ya que reconoce las virtudes sobrenaturales de San José conforme el contexto va requiriendo una interpretación más noble. Imagínense que si esta traducción se hubiese incluido en las Biblias, predicado en sermones, o se hubiese insertado en las liturgias a lo largo de los siglos, sin duda los fieles habrían tenido una comprensión teológica más exacta y espiritualmente edificante de la santa personalidad de San José.
Repito que aquellos que a lo largo de los siglos han traducido apoluo como divorcio no lo hicieron con mala intención; simplemente carecían de un verdadero entendimiento de la grandeza sobrenatural de San José porque aún no se había desarrollado una teología sobre él, y aunque no podemos cambiar la historia, ahora que la Iglesia ha comenzado a comprender realmente esa grandeza puede ofrecernos una dirección hacia el futuro. Ante la realidad de la perfecta y amorosa unión de San José con la voluntad de Dios, así como su justicia y reverencia, cualquier interpretación que afirme que él deseaba divorciarse de su esposa debe descartarse en virtud de que resultaría teológicamente insostenible a la luz de lo que ahora sabemos de cierto de San José.
Examinemos la razón de por qué es así.
Teológicamente, la virtud de la justicia se define por la disposición de una persona a dar siempre a Dios y a los demás lo que les corresponde. San José siempre hizo la voluntad de Dios en todo tipo de circunstancias, favorables o adversas, ejerciendo de manera perfecta la virtud de la justicia. Por lo tanto, resulta teológicamente imposible afirmar que San José hubiese decidido hacer algo que Dios detesta.
«Yo aborrezco el divorcio — dice el Señor, Dios de Israel —, y al que cubre de violencia sus vestiduras», dice el Señor Todopoderoso. Así que cuídense en su espíritu, y no sean traicioneros.
— Ml 2,16
(Ahora bien; cualquier persona que esté leyendo esto y haya tenido un divorcio, por favor no entren en pánico. Dios odia el divorcio, no a la persona. Es cierto que la Iglesia Católica, siguiendo la enseñanza del mismo Jesucristo, dice que el divorcio es imposible en el caso de matrimonios sacramentales válidos (ver Mc 10,2-12), y sólo tolera divorcios civiles en circunstancias extremas (ver Mt 19,3-12; 1Cor 7,10-16). Una anulación católica no es lo mismo que un divorcio. La anulación establece que nunca existió un verdadero matrimonio; el divorcio, por otro lado, disolvería un verdadero lazo matrimonial. La Iglesia permite la separación legal de los cónyuges válidamente casados (que no es ni una anulación ni un intento de divorcio), siempre y cuando los esposos separados no intenten cortar el lazo matrimonial. Repito: Dios no te odia si has tenido un divorcio civil; él odia el divorcio. También es necesario subrayar que no todos los que desean o se divorcian por la vía civil está cometiendo un pecado o una ofensa moral contra Dios. La razón es porque puede haber circunstancias únicas en cada caso particular. Ahora regresemos al matrimonio de San José).
San José pasaba por una prueba. La virtud y cooperación de San José con la gracia necesitaba ser puesta a prueba porque Dios quería hacer de San José un nuevo Abraham, un padre espiritual para el pueblo de la nueva alianza. Si San José pasaba la prueba mediante la amorosa disposición de sacrificarse completamente, Dios lo bendeciría mucho más de lo que habría bendecido a cualquier otro hombre sobre la tierra.
No es necesario decir que ¡San José pasó la prueba! Muchos Padres de la Iglesia nos describen hermosamente cómo San José pasó la prueba gracias a su justicia y reverencia sobrenatural.
José era justo y la Virgen inmaculada, pero su deseo de alejarse de ella se debió a que reconocía en ella el poder de un milagro y un misterio tan grande al que él mismo se sentía indigno de acercarse siquiera. Por ello, humillándose ante tan portentoso e inefable suceso quiso apartarte como cuando Pedro se humilló ante el Señor diciendo, “Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador,” y como aquél centurión que le dijo al Señor, “No soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano,” o como Santa Isabel que le dijo a la Santísima Virgen: “y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a verme?”. De igual manera José, el hombre justo, se humilló a sí mismo temiendo iniciar una unión con tan exaltada santidad
— Orígenes
José, al descubrir tanto el embarazo de María como su causa — es decir, que era del Espíritu Santo — temió ser llamado esposo de una esposa de tal calado, por lo que quiso alejarla en privado por no atreverse a revelar lo que en ella había ocurrido. Sin embargo, siendo un hombre justo deseaba la revelación del misterio.
— San Basilio el Grande
Pero especialmente, él pensó enviarla lejos para no cometer un pecado al permitirse que lo llamaran padre del Salvador. Temió vivir con ella para no deshonrar el nombre del Hijo de la Virgen. Por eso el Ángel le dijo: “No temas acoger en tu casa a María.”
— San Efrén el Sirio
¡Oh inestimable tributo a María! José creyó más en su castidad que en su vientre, en la gracia más que en la naturaleza! Él vio la concepción en toda su plenitud siendo incapaz de sospechar fornicación. Creyó más probable que una mujer concibiera sin un hombre, que María hubiese podido cometer un pecado
— San Juan Crisóstomo
San Romano el melodioso, un poeta del siglo VI, escribió un hermoso poema que describe el temor y reverencia de San José por el misterioso embarazo de María.
Entonces José, que jamás conoció a la Virgen,
quedose paralizado, impactado por su gloria
y absorto con el esplendor de su forma, diciendo:
“Oh esplendorosa, veo que una llama y brasas encendidas te rodean.
Me atemoriza, María. Protégeme, ¡no me consumas!
Tu inmaculado vientre de pronto se ha convertido en un horno ardiente.
No permitas que me derrita, te lo ruego. Sálvame.
¿Deseas que como el antiguo Moisés me quite los zapatos,
me acerque más para escucharte y enseñado por ti exclame:
¡Salve, poderosa esposa inexplicable!?
El amor, la fe, la humildad, la justicia y reverencia de San José eran tan grandes, que en ningún momento sospechó que María le hubiese sido infiel. María era pura e inocente y él lo sabía. Tampoco consideró la posibilidad de que otro hombre hubiese violentado a su esposa. Él estaba absolutamente seguro de que María le pertenecía a Dios y que Él la cuidaría. Confiaba en Dios y confiaba en María. Divorciarse de María habría significado abandonarla y tirar por la borda el matrimonio que Dios le había dado. Por esa razón San José deseaba distanciarse de María sabiendo que Dios, quien había procreado el Niño en su vientre, la habría de cuidar a ella y al Niño.
San José amaba inmensamente a María y habría sido una tortura para él apartarse de ella, pero amaba primero a Dios y su decisión inmediata fue darle a Dios lo que él creyó que le pertenecía, es decir, distanciarse de María porque ella le pertenecía a Dios. Por justicia y reverencia estaba dispuesto a borrarse del mapa completamente, y esa actitud de San José movió el corazón de Dios haciendo que su matrimonio se solidificara convirtiéndolo en nuestro padre en la fe.
¿Por qué querría San José abandonar a María? Ahora escuchen ya no mi opinión, sino la de los Padres (de la Iglesia). José quería dejarla por la misma razón que Pedro suplicó al Señor dejarlo cuando le dijo: “Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador,” y por la misma razón que el centurión no dejó que fuera a su casa (diciendo): “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo.” Por lo tanto, José, considerándose indigno y pecador, se dijo a sí mismo que un hombre como él no debería vivir bajo el mismo techo con una mujer tan extraordinaria y exaltada, cuya maravillosa y superior dignidad lo llenaba de asombro. Él vio con temor y estremecimiento que ella portaba los más claros signos de la presencia divina, y como él no podía entender el misterio, quería apartarse de ella. Pedro se sentía temeroso por la grandeza del poder; el centurión temía la majestad de la presencia. También José, como ser humano, tenía miedo de la novedad del gran milagro, de la profundidad del misterio, y por eso decidió alejarse en silencio. ¿Te sorprende que José se haya juzgado indigno de la compañía de la Virgen embarazada? Después de todo, ¿no has escuchado que también Santa Isabel no pudo soportar su presencia sin sentir temor y asombro? Como ella dijo: “De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a verme?” Esta es la razón por la que José decidió dejarla.
— San Bernardo de Claraval
Según (San) Jerónimo y Orígenes, José no sospechaba de adulterio porque sabía que María era modesta y casta. Además, había leído en la Escritura que la virgen concebiría y que “saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará.” También sabía que María era descendiente de la línea de David, por lo que era más fácil para él creer que la profecía de Isaías se había cumplido en ella, que pensar que ella había caído en libertinaje. Por esa razón, considerándose indigno de vivir con una persona de tan eximia santidad, quería enviarla lejos en secreto como cuando Pedro le dijo a Jesús: “¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!”
— Santo Tomás de Aquino
José quería darle a la Virgen su libertad no porque sospechara que hubiese cometido adulterio, sino (que) por respeto a su santidad él temía vivir con ella
— Santo Tomás de Aquino
En las revelaciones místicas a Santa Brígida de Suecia, la Santísima Virgen en persona habló de la justicia y reverencia que San José había ejercido como respuesta al descubrir su embarazo. Nuestra Señora dijo lo siguiente a Santa Brígida:
Desde el momento en que yo (María) le di mi consentimiento al mensajero de Dios, José, viendo que había concebido por el poder del Espíritu Santo y que estaba embarazada y que estaba creciendo, se encontraba muy sorprendido, y porque él no sospecharía maldad alguna sino que recordaría las palabras del profeta que predijo que el Hijo de Dios nacería de una virgen, se consideró indigno de servir a tal madre, hasta que un ángel le ordenó en sueños no temer sino servirme con caridad
Curiosamente, lo que María le dijo a Santa Brígida de Suecia es exactamente lo que ella le habría dicho a San Mateo cuando éste escribía su Evangelio. Piénsenlo: ¿De qué otra manera San Mateo podría haber sabido lo que escribió en Mateo 1,18-24 si no fue por María? San Mateo no conoció a San José y no estaba presente cuando todo aquello sucedió . La fuente de información tuvo que haber sido María, y ella no le habría dicho que su esposo quería divorciarse de ella, sino que le habría dicho exactamente lo mismo que le dijo a Santa Brígida, es decir, que San José no sospechaba de ninguna cosa mala y sabía que María había concebido del Espíritu Santo por lo que tenía miedo de tal santidad. María no le dijo a San Mateo que su esposo quería divorciarse de ella, al contrario; le dijo que su esposo se consideraba indigno de ese gran rol y deseaba distanciarse de ella por justicia y reverencia.
¿San José comprendió cabalmente lo que estaba sucediendo en el vientre de María? No, no lo entendía. No habría tenido toda la información necesaria para dar un discurso teológico sobre cómo Dios estaba tomando una naturaleza humana en el vientre de María, y él, un hombre fiel y judío del primer siglo, ciertamente no habría entendido términos tales como “unión hipostática” o “encarnación,” ya que esos emergieron en la Iglesia después de siglos de reflexión, oración y discernimiento. Sin embargo, estaba convencido de que lo que pasaba en ella procedía de Dios. Él no sabía cómo es que el Niño estaba en el vientre de María, pero los santos y Padres de la Iglesia nos aseguran que él jamás dudó de que María era pura o de que Dios obraba en ella. Él no dudaba de María; dudaba de sí mismo, de su habilidad para ser el esposo de una mujer así y el padre de un Niño tan importante.
La grandeza de San José es que estaba dispuesto a convertirse en un vagabundo sin hogar por amor a Dios y a María. No quería difamar a María con un divorcio, por muy discreto que éste fuera. Después de Jesucristo, San José es el hombre más humilde que existe, y estaba dispuesto a salir de la escena y desaparecer. Si Dios quería que él se mantuviera en la escena, se necesitaría una revelación divina para hacérselo saber. Con la excepción de Jesucristo, por supuesto, jamás ha habido un hombre tan generoso y heroico en amor, fe, justicia, reverencia, y humildad como San José.
Ciertamente Dios ya sabía que en San José tenía el hombre perfecto, pero San José necesitaba escucharlo del mismo cielo, y eso es exactamente lo que hizo el Ángel cuando vino a él y le habló en sueños. Dios le hizo saber a San José que Él necesitaba confiar en su disposición de hacer siempre su voluntad. Jesús mismo necesitaría confiar en la humildad y en el amor sacrificial de San José para poder llevar a cabo su misión salvífica. Vendría un tiempo en que San José necesitaría ser quitado del panorama para que Jesús pudiese enseñar al mundo sobre su Padre celestial, pero ese tiempo aún no había llegado. San José había dado pruebas de ser un hombre confiable y obediente ante todo tipo de acontecimientos, ya fuesen favorables o adversos; Dios podía confiar en él.
La Teoría de la Reverencia nos enseña que, en la mente y el corazón de San José, Dios estaba en primer lugar. Si el darle a Dios lo que le pertenecía requería que San José sacrificara su futuro con María, entonces así sería; Dios estaba primero. Por amor a Dios, San José estaba dispuesto a padecer un sacrificio mucho mayor que el que hubiera hecho cualquiera de los Patriarcas del Antiguo Testamento o mártir del Nuevo Testamento. Dios quería que San José fuese un nuevo Abraham, un hombre dispuesto a sacrificarlo todo por la santa voluntad de Dios. Dios recompensó el amor, la obediencia, la justicia, reverencia y humildad de San José confirmándolo como cabeza de la Sagrada Familia, el padre de Jesucristo, el Terror de los Demonios y nuestro padre espiritual. San José cosechó un tipo de paternidad espiritual sin paralelo alguno, ¡y sus hijos serán tan numerosos como las estrellas del cielo! Dios lo hizo padre espiritual de una nueva creación. ¡Dios lo convirtió en el incrementador!
Los santos, teólogos y místicos que han enseñado a lo largo de los siglos que San José demostró un amor perfecto, justicia y piedad reverente hacia Dios y María, nos dan una profunda interpretación de Mateo 1,18-24 que actualmente está siendo afirmada en la doctrina eclesiástica sobre San José. Él es el más grande de todos los santos, el “pilar de las familias” y la “gloria de la vida doméstica.” Después de Jesucristo, ¡San José es el “más justo,” amoroso y reverente de entre los hombres!
Mediante su total sacrificio personal, José expresó su amor generoso por la Madre de Dios ofreciéndole el “don de sí mismo” de un esposo. Pese a su decisión de retirarse para no interferir en el plan que Dios tenía para María, José obedeció el mandato explícito del Ángel y llevó a María a su casa respetando el hecho de que ella pertenecía exclusivamente a Dios
— San Juan Pablo II
San José, nuestro padre espiritual, no es un hombre de dudas que haya buscado divorciarse de nuestra Madre espiritual. Después de su Hijo, San José es el modelo del amor, la fe, la justicia, la reverencia y la humildad sobrenatural. Él es un virtuoso caballero cuya fe es pura y constante.
En cuanto a su constancia (de San José), ¿no la exhibió maravillosamente cuando al ver a Nuestra Señora con el Niño, y no sabiendo cómo podía ser aquello, su mente fue sacudida de angustia, perplejidad y preocupación? Y, sin embargo y a pesar de todo, jamás se quejó, jamás fue duro o descortés con su santa esposa, sino que siguió siendo tan gentil y respetuoso en su comportamiento como lo había sido siempre
— San Francisco de Sales
La respuesta de San José al embarazo de María es un modelo para nosotros. Nuestro padre espiritual nos enseña cómo ser justos y reverentes de cara a todo tipo de sucesos. Nos enseña a darle a Dios lo que merece, e incluso a estar dispuestos, de ser necesario, a sacrificar todo lo que amamos. Nuestro padre espiritual nos enseña que no debemos actuar a la ligera o con dureza cuando nos encontramos en situaciones incomprensibles. Todo debemos llevarlo a la oración y esperar a que el Señor nos dé luz y nos guíe. Si somos amorosos, fieles, reverentes y justos, Dios nos revelará todo y nos hará abundantemente fructíferos.
¿Quién era más santo que José? ¿Quién era más pura que la Santísima Virgen? Y, sin embargo, él (San José) la quiso dejar en secreto, pero ¡con cuánta prudencia y rectitud quiso hacerlo! Él no quiso separarse de ella abiertamente para no ser difamada, sino secretamente para que conservara su buen nombre. Deberías aprender de este santo y justo hombre: aunque las obras de los demás te parezcan malas y se digan imperfectas, has de juzgar en secreto y no abiertamente, y juzgarlas de tal forma que ni tu consciencia ni su buen nombre sean dañados. Al hacerlo así, no te faltará la luz para juzgar correctamente, del mismo modo que al justo esposo de la Santísima Virgen no le faltó la luz para comprender la verdad sobre cómo había concebido ella
— San Estanislao Papczyński
Oración
LETANÍA DE SAN JOSÉ
- Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
- Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
- Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
- Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
- Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
- Dios, Padre celestial, Ten misericordia de nosotros
- Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten misericordia de nosotros
- Dios Espíritu Santo, Ten misericordia de nosotros
- Santísima Trinidad, un solo Dios, Ten misericordia de nosotros
- Santa María, Ruega por nosotros
- San José, Ruega por nosotros
- Noble Retoño de David, Ruega por nosotros
- Luz de los Patriarcas, Ruega por nosotros
- Esposo de la Madre de Dios, Ruega por nosotros
- Casto Guardián de la Virgen, Ruega por nosotros
- Padre Nutricio del Hijo de Dios, Ruega por nosotros
- Ferviente Defensor de Cristo, Ruega por nosotros
- Jefe de la Sagrada Familia, Ruega por nosotros
- José Justísimo, Ruega por nosotros
- José Castísimo, Ruega por nosotros
- José Prudentísimo, Ruega por nosotros
- José Valientísimo, Ruega por nosotros
- José Obedientísimo, Ruega por nosotros
- José Fidelísimo, Ruega por nosotros
- Espejo de Paciencia, Ruega por nosotros
- Amante de la Pobreza, Ruega por nosotros
- Modelo de los Obreros, Ruega por nosotros
- Gloria de la Vida Doméstica, Ruega por nosotros
- Guardián de las Vírgenes, Ruega por nosotros
- Pilar de las Familias, Ruega por nosotros
- Consuelo de los Afligidos, Ruega por nosotros
- Esperanza de los Enfermos, Ruega por nosotros
- Patrono de los Moribundos, Ruega por nosotros
- Terror de los Demonios, Ruega por nosotros
- Protector de la Santa Iglesia, Ruega por nosotros
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros.
Lo hizo Señor de su Casa, y administrador de todas sus posesiones
Oremos: Oh Dios, que en tu amorosa providencia elegiste a San José para ser esposo de tu santísima Madre, concédenos la gracia de tener como nuestro intercesor en el cielo a aquél que veneramos en la tierra como nuestro protector. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Que San José con su ejemplo nos ayude a practicar la justicia con nuestra familia y con nuestro prójimo
Es muy extenso y repetitivo debería ser más dinamico
San JOSE espero seguir tu enseñanza.