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Gloria de la Vida Doméstica

Ruega por Nosotros

José amaba a Jesús como un padre ama a su hijo, y le demostró su amor dándole lo mejor que tenía.

— San Josemaría Escrivá

En el siglo XVI, Santa Teresa de Ávila ayudó a reformar la rama femenina de la Orden Carmelita. Tenía una tremenda devoción a San José, y a la mayoría de sus conventos reformados les puso su nombre. Para proteger a los conventos (y a sus monjas), enterró medallas de San José alrededor de ellos como signo de pertenencia a Dios y a San José. En el siglo XX, San Andrés Bessette hizo algo similar.

San Andrés quería edificar un santuario dedicado a San José en Montreal, Canadá. Encontró el lugar perfecto y puso medallas de San José alrededor del terreno como una manera de pedirle al santo bendecir y obtener la propiedad.
¡No hace falta decir que la obtuvo!

SAN JOSÉ DESEA BENDECIR TU HOGAR

Si acoges amorosamente a San José en tu hogar, invocas su intercesión y lo honras con devociones piadosas, él bendecirá inmensamente tu vida doméstica, y donde está presente San José, también están Jesús y María.

San José quiere estar presente en tu casa y en tu vida familiar. Aunque te mudes, él quiere ir contigo. Hablando de mudanza, permíteme decirte rápidamente algo sobre una práctica que me preocupa: No hay necesidad de que entierres una estatuilla de San José para vender tu casa. Enterrar una pequeña estatua en un esfuerzo por vender una casa es un fenómeno moderno. Santa Teresa de Ávila y San Andrés Bessette jamás enterraron estatuillas de San José. Estatuas, a diferencia de las medallas, no se hicieron para enterrarse porque al representar a una persona, son hechas para ser veneradas sobre la tierra, no puestas bajo tierra. Coloca una estatua de San José adentro de tu casa y eleva tu oración frecuentemente por tus necesidades domésticas, incluyendo la venta de tu casa. No entierres una estatua de San José en tu jardín.

Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero, para que ilumine a todos los que están en la casa.

— Mt 5,14-15

Cualquier cosa que decidas hacer, jamás entierres una estatua de San José boca abajo. Hay quienes en ocasiones realizan esta práctica extraña como una forma de chantaje espiritual, prometiendo volverla a la posición correcta sólo cuando su casa se haya vendido. Este tipo de prácticas es semejante a tratar una estatuilla de San José como un talismán o un amuleto de la buena suerte. San José es tu padre espiritual, no una chuchería. No hay necesidad de enterrar una estatuilla de él. Háblale, él te escucha.

SAN JOSÉ AMA LA VIDA DOMÉSTICA

San José es el santo de los años ocultos de Jesús. Esta realidad es algo increíble que habría que reflexionar. Considera tus propios recuerdos de cuando vivías en casa: las salidas familiares, los cumpleaños, las celebraciones religiosas, cuando jugaban juntos o cantaban, etc. Lo más seguro es que hayas vivido en la casa de tus padres unos 20 años más o menos. Nuestro Señor, sin embargo, vivió con María y José durante 30 años. El amor, la intimidad y familiaridad que Jesús, María y San José compartieron ¡es increíble! San José reconocía los pasos de Jesús, conocía el sonido de su estornudo, su risa y su voz elevada en cantos. Conocía sus ademanes, sus rutinas matutinas, posturas, su sonrisa, su bostezo y sus comidas y bebidas favoritas. Estos son recuerdos valiosos que permanecen profundos en el corazón y la mente de San José.

Jesús y María obedecen y respetan a José porque reconocen lo que la mano de Dios le otorgó, es decir, la autoridad que tiene un esposo y padre

— Papa Pío XI

Lectura

El taller de San José

San José es la gloria de la vida doméstica porque amó, educó, alimentó y protegió a su Hijo, dando toda su vida sirviendo amorosamente a Jesús y María.

El 19 de marzo de 1963 (solemnidad de San José), San Josemaría Escrivá impartió una homilía en su honor que se ha hecho muy famosa, intitulada “en el taller de José,” en la que el santo describe la maravillosa relación de padre e hijo que San José y Jesús tenían. Se transcribe una parte de la homilía:

José amaba a Jesús como un padre ama a su hijo y mostraba su amor al darle lo mejor que tenía.
José, cuidando al niño como se le había ordenado, hizo de Jesús un artesano transmitiéndole su propia habilidad profesional, de tal forma que los vecinos de Nazaret llamaban a Jesús faber y fabri filius: el artesano y el hijo del artesano (ver Mc 6, 3; Mt 13, 55). Jesús trabajó en el taller de José y al lado de José. ¡Qué debió haber sido José y de qué manera la gracia debió haber obrado en él, para que pudiese cumplir la tarea de educar humanamente al Hijo de Dios!


Porque Jesús debió haberse parecido a José: en su forma de trabajar, en los rasgos de su carácter, en su forma de hablar. El realismo de Jesús, su atención al detalle, la forma en que se sentaba a la mesa y partía el pan, su preferencia por usar situaciones cotidianas para impartir su doctrina; todo eso refleja su infancia y la influencia de José.


No es posible ignorar este sublime misterio: Jesús que es hombre, que habla con el acento de un distrito particular de Israel, que se parece a un carpintero llamado José, es el Hijo de Dios. ¿Y quién puede enseñarle algo a Dios? Pero también es verdaderamente hombre y vive una vida normal: primero, como niño, después como joven ayudando en el taller de José, finalmente como hombre adulto en la flor de la vida. “Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2,52).


En la vida humana, José era el maestro de Jesús en su contacto diario, lleno de afecto refinado, contento de negarse a sí mismo para cuidar mejor a Jesús. ¿No es esa razón suficiente para que consideremos a este hombre justo, este santo Patriarca, en quien la fe de la antigua alianza da fruto, como un maestro de la vida interior? La vida interior no es más que una conversación continua y directa con Cristo para hacerse uno con Él, y José puede decirnos muchas cosas sobre Jesús. Por lo tanto, nunca descuides la devoción a él: Ite ad Ioseph: “Ve a José”, como lo expresa la tradición cristiana en las palabras del Antiguo Testamento.


Maestro de la vida interior, trabajador profundamente comprometido con su trabajo, siervo de Dios que está constantemente en contacto con Jesús: ese es José. Ite ad Ioseph. Con San José, el cristiano aprende el significado de pertenecer a Dios asumiendo plenamente el propio lugar entre los hombres santificando al mundo. Conoce a José y encontrarás a Jesús. Habla con José y encontrarás a María, quien siempre infunde paz a su alrededor en ese atractivo taller de Nazaret

Oración

LETANÍA DE SAN JOSÉ

  • Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
  • Cristo, ten piedad de nosotros, Cristo, ten piedad de nosotros
  • Señor, ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros
  • Cristo, óyenos, Cristo, óyenos
  • Cristo, escúchanos, Cristo, escúchanos
  • Dios, Padre celestial, Ten misericordia de nosotros
  • Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten misericordia de nosotros
  • Dios Espíritu Santo, Ten misericordia de nosotros
  • Santísima Trinidad, un solo Dios, Ten misericordia de nosotros
  • Santa María, Ruega por nosotros
  • San José, Ruega por nosotros
  • Noble Retoño de David, Ruega por nosotros
  • Luz de los Patriarcas, Ruega por nosotros
  • Esposo de la Madre de Dios, Ruega por nosotros
  • Casto Guardián de la Virgen, Ruega por nosotros
  • Padre Nutricio del Hijo de Dios, Ruega por nosotros
  • Ferviente Defensor de Cristo, Ruega por nosotros
  • Jefe de la Sagrada Familia, Ruega por nosotros
  • José Justísimo, Ruega por nosotros
  • José Castísimo, Ruega por nosotros
  • José Prudentísimo, Ruega por nosotros
  • José Valientísimo, Ruega por nosotros
  • José Obedientísimo, Ruega por nosotros
  • José Fidelísimo, Ruega por nosotros
  • Espejo de Paciencia, Ruega por nosotros
  • Amante de la Pobreza, Ruega por nosotros
  • Modelo de los Obreros, Ruega por nosotros
  • Gloria de la Vida Doméstica, Ruega por nosotros
  • Guardián de las Vírgenes, Ruega por nosotros
  • Pilar de las Familias, Ruega por nosotros
  • Consuelo de los Afligidos, Ruega por nosotros
  • Esperanza de los Enfermos, Ruega por nosotros
  • Patrono de los Moribundos, Ruega por nosotros
  • Terror de los Demonios, Ruega por nosotros
  • Protector de la Santa Iglesia, Ruega por nosotros

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros.

Lo hizo Señor de su Casa, y administrador de todas sus posesiones

Oremos: Oh Dios, que en tu amorosa providencia elegiste a San José para ser esposo de tu santísima Madre, concédenos la gracia de tener como nuestro intercesor en el cielo a aquél que veneramos en la tierra como nuestro protector. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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3 comentarios en “Día 25 Gloria de la Vida Doméstica”

  1. Óscar Villaseñor Ramírez

    Lo que sembremos en nuestros hijo será la semilla que germinará y dará fruto durante su vida como lo hizo San José

    1. Alma Alicia De La Cruz Ramos

      Así es, lo que hagamos de los hijos, lo reflejarán en su vida y en la sociedad, por eso sembremos Amor y todo vendrá por añadidura, así sea amén 🙏

  2. Carlos Álvaro Martínez Corza

    Todo lo que «sembramos» en nuestros hijos se vera reflejado en su vida de ahí la importancia de sembrar Amor a Dios y nuestro prójimo como lo dijo Jesús en su gran mandamiento y todo lo demás vendrá por si solo.

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