No sabes vender(te)
Pasos al Éxito
Normalmente nos cuesta hablar de nosotros mismos, incluso más aún el hablar BIEN de nosotros mismos… pero eso debería ser algo de lo más natural. ¿No lo crees?
Tenemos tan profundamente grabado el estigma de la vanidad, que se nos incomoda hablar bien de nosotros mismos, nos sentimos raros, preferimos que alguien más lo haga, pero incluso cuando alguien más lo hace, pecas de modestia extrema y niegas y rechazas el halago. Si que somos complejos… pero puede haber un equilibrio saludable entre el «soy lo mejor que te pudo ocurrir en la vida, sin mi no lo hubieran logrado» y el «no, como crees, la verdad lo pudo hacer cualquiera del equipo…«.
¿Qué tal algo intermedio?
«Creo que soy la persona que necesitas para el proyecto porque se me da bien la metodología de análisis», por ejemplo.
Eso es venderse. Y no es malo, es bueno, buenísimo diría yo. Es hacer que las cosas pasen.
¿Quiénes hablan bien de ti? ¿Tus padres, o tu familia tal vez?
…ni se imagina comadre, mi hijo es tan inteligente, que ya encontró la respuesta para solucionar la hambruna mundial y solo espera que alguna empresa grande lo contrate para exponer a ellos esa solución..
Tan lindas las mamás, siempre impulsandonos y haciendonos promoción, aún que a veces no se miden con los comentarios y llegan a convertirse en publicidad engañosa… en fin, así son ellas y así las amamos tal y como son. Pero no es de ellas de quien hablaremos hoy, sino de nosotros.
Existe también el extremo contrario, los que (como decimos en México) «no tienen madr…». y decimos este termino, refiriéndonos a que no necesitan que ella les haga publicidad, son ellos los que siempre hablan bien de sí mismos. De hecho… son aquellos que sólo hablan de sí mismos; los yo-yo´s ¿me explico?.
Ellos, saben y conocen de todo, tu cuéntales algo, lo que sea, y te contestarán que ellos hicieron algo mejor, y si les cuentas que a ti te paso algo malo, a ellos contestarán que a ellos les pasaron cosas peores… Ellos generan su propia publicidad de ellos mismos, y como en el caso anterior, exageran sus propios atributos…
Pero lo que te queremos decir, es que:
No eres bueno en lo que haces porque tus padres o tu lo digan, lo que realmente te hace bueno en algo, es el resultado de tus acciones, porque lo perciben aquellos a los que sirves o ayudas, y lo constatan tus compañeros de trabajo, es ese tu verdadero parámetro.
Las personas a las que brindas tu ayuda, tus servicios, o tus productos, son ellos tu objetivo, tus «clientes», y ellos son los que darán esa apreciación a tus acciones, a tus productos, a tu servicios, y a tus aportaciones, en tiempo y valor monetario, son ellos los que validan la calidad, la utilidad, de tus acciones, y lo oportuno de estas.
Ellos son tu objetivo. Evalúa tus planes basado en ellos a quienes vas a brindar tu ayuda o servicio, ¿realmente tu aporte soluciona una necesidad en ellos?, ¿proporciona tu tiempo y tu presencia un valor adicional a lo que ya tenían?.
Ellos son quienes te darán la respuesta y si esa respuesta es negativa, plantea un cambio de dirección, siempre poniendo sus necesidades como prioridad; y si por el contrario, la respuesta es positiva, no te duermas en tus laureles, plantea como mejorar aún más.
Tu trabajo y acciones hablan por ti
Realmente eres bueno en lo que haces, cuando tu trabajo, y tus acciones te respaldan como bueno o buena en lo que haces.
Ahora, tenemos que aprender a vendernos. Ya evaluamos y la gente valida que somos buenos, ahora
¿como le digo a los que no me conocen, que yo puedo ayudarles a solucionar su necesidad, sin sonar arrogante?
En realidad, tenemos que aprender a vender. Pero… ¿Cómo hacerlo?
En el proceso de las ventas es básico que pongas sobre la mesa de tus «clientes» el valor que tu dedicación les aporta, los detalles de tu trabajo, tu empatía, tu identificación con SUS NECESIDADES, tu lealtad, tu asesoramiento… Que puedan valorarte como profesional y persona al servicio de sus necesidades no cubiertas, y no solo como un proveedor más de ayuda o servicio, que solo piensa en lograr ser el, el que te atienda, solo por ganar. Tu cliente debe saber que lo que haces tan bien, lo haces para ayudarle a el.
Nos pasamos el día esperando que nos encuentren esos «clientes», esperando que se den cuenta de todo lo que podemos hacer por ellos… y aplica en todo, con nuestros jefes, nuestros amigos, con el párroco, con tu familia. No has basado tu servicio en ayudarles a ellos, sino en tus ganancias (monetarias, espirituales, sociales, etc.), y eso se siente, y los aleja de ti.
Se nos olvida muchas veces preguntarnos ¿cómo va esa relación con ellos?, y damos por hecho qué va bien, cuando tal vez va mal o muy mal.
Perdemos de vista los pequeños detalles. Pero esos pequeños detalles son los que marcan la diferencia. Encuentra esos detalles, y tendrás la información más precisa de cómo mejorar o cómo reconducir esa relación con las personas a quienes sirves, ya sean tus clientes, tus hermanos, la iglesia, tu jefe… al final, estos detalles harán que mejore tu servicio, tus ventas pues.
Y no porque lo diga mamá… o porque lo digas tú.
Sino porque tu cliente así lo percibe y así te lo indica.
¿Seguirías a alguien que solo habla, pero no actúa? Lo ves que habla y dice, pero no hace eso de lo que tanto habla.
Las personas, más bien siguen y se unen a los lideres de proyectos donde ven actividades, y que esos que te invitaron estan ahí haciendo, estan involucrados en que sucedan las cosas.
Así que ya tienes la clave:
Enfocate en las personas a la que buscas ayudar y ponte en acción.
No pases por la vida pensando que eres el mejor solo porque tu madre te dijo que lo eras. Ella no es tu cliente. Ni siquiera tú eres tu propio cliente.
Escucha a tu verdadero cliente. Aquel al que sirves.
Traza tus proyectos y actividades tomando en cuenta a esas personas y pon tu fe en acción.
De esta manera tendrás más éxito como líder. Y tus resultados serán mejores, ya lo veras, y todo esto… como CONSECUENCIA de tu nuevo enfoque.
del libro de Inés Torremocha «LA VIDA ES VENTA«.